29 de marzo de 2024

Artístico, El Niño-La Niña, barrabrava, usted

Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
26 de abril de 2016
Por Efraim Osorio
Por Efraim Osorio
Profesor y catedrático, algunos años; rebuscador, otros tantos, y hoy, escritor y defensor ferviente de nuestro hermoso lenguaje castellano.
26 de abril de 2016

QUISQUILLAS DE ALGUNA IMPORTANCIA 

efraim osorio

Ni siquiera  de pleonástica se puede calificar la ingenua expresión ‘artistas artísticos’. 

En la carrera 23 de Manizales, entre calles 24 y 25, en épocas mejores, cuando podía uno pasearse  por la VEINTITRÉS, tuvo don Evelio Mejía un almacén, El Artístico, así llamado porque en él les ofrecía a su paisanos diversos objetos de arte. Nombre, por lo tanto, muy apropiado, pues el adjetivo, ‘artístico’,  significa “perteneciente o relativo a las artes, especialmente a las bellas artes”.  Quiere decir también “hecho con arte”, y califica, además, a todo lo “perteneciente o relativo a los artistas”. Pero no a los mismos artistas, porque entre éstos hay unos que de todo tienen menos de ‘artísticos’. Recordé esto después de leer la siguiente frase del presbítero Efraín Castaño: “…y nos regalan joyas de la música universal interpretada por amados artistas muy nuestros, cercanos y artísticos” (LA PATRIA, 14/4/2016). Ni siquiera de pleonástica se puede calificar la ingenua expresión ‘artistas artísticos’, porque ‘artistas’ son los ‘artífices, creadores, artesanos, autores virtuosos, ejecutantes’, etc., inigualables, muy pocos; buenos, los demás. Y ‘artísticas’, sus creaciones. Nota: Bellas artes: “Las que tienen como finalidad esencial crear objetos bellos: arquitectura, escultura, pintura, literatura, música” (María Moliner). Hoy en día, este concepto se ha desvirtuado por completo, pues consideran obras de arte, por ejemplo, unos chiros o unos trastos viejos colgados de cualquier parte y de cualquier manera; un lienzo –amarillo o azul o rojo– enmarcado; unas mesas patas arriba sobre otras, y  una grieta, larga y profunda, en el pavimento (de ‘obras de arte’ como ésta están llenos algunos andenes y calles de Manizales). ¡Qué despropósito! Sin embargo, no hay que olvidar que “la belleza está en los ojos de quien la contempla”… pero “ojos hay que de lagañas se pegan”. *** 

El columnista de El Tiempo Abdón Espinosa Valderrama escribió: “…y la larga e implacable sequía atribuida al fenómeno climatológico del Niño…” (7/4/2016). “…el fenómeno de El Niño”, porque el nombre propio de dicho fenómeno es ‘El Niño’, cuyo paso por nuestro territorio ya es anécdota. Nos amenaza ahora La Niña (así se escribe), el fenómeno opuesto, que, ¡ojalá!, sea moderado. ***

Para vergüenza de Colombia, y “para echarle más sebo al candil” o “más sal a la herida”, unos muchachos malvados, pandilleros y delincuentes –que todos, con una ‘originalidad’ pegajosa, llaman ‘desadaptados’– viajaron al Perú a cometer las fechorías que aquí les toleran. Allá los capturaron. La crónica de El Tiempo sobre este ignominioso suceso dice: “En una reacción diplomática del gobierno colombiano terminó un nuevo hecho de violencia de barrabravas, esta vez en Lima (Perú) donde anoche Atlético Nacional visitaba a Sporting Cristal” (Debes Saber, 13/4/2016). No interesan aquí esos sujetos –que los estudien los sociólogos–, sino el término ‘barrabrava’, que fue acogido por El Diccionario en su vigésima segunda edición (2001) con la siguiente acepción: “Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Perú y Uruguay. Grupo de hinchas fanáticos de un equipo de fútbol que suelen actuar con violencia”. Se denominan así también los individuos, por ejemplo, “fulano de tal es un barrabrava”. Su plural, en los dos casos, es ‘barrabravas’. Ya estamos, pues, enterados. Al menos, yo lo estoy. Al día siguiente, el mismo periódico escribió: “Se ha planteado, y aciertan quienes lo han hecho, que el llamado ‘barrabravismo’ se entremezcla con flagelos propios de nuestra sociedad…” (Editorial, 14/4/2016). Dedujo el editorialista, con sana lógica, el sustantivo ‘barrabravismo’, no asentado aún en El Diccionario, pero indispensable para hablar de tan detestable fenómeno, que ahuyenta de los estadios a los verdaderos hinchas de nuestro deporte. ***

Los pronombres personales ‘yo, tú, usted, él, nosotros, vosotros, ellos’ se escriben siempre con minúscula inicial, a no ser, por supuesto, que empiecen una frase después del punto, o a comienzo de párrafo. El columnista Jorge Enrique Pava Quiceno, en su artículo sobre el actual alcalde de Manizales, escribió varias veces el pronombre ‘usted’ con mayúscula inicial, como en este ejemplo: “…también es que Usted tiene que responder por los resultados…” (LA PATRIA, 15/4/2016). Nada justifica esa mayúscula, apropiada, ¡cómo no!, en esta conclusión: “Usted necesita amigos que le digan la verdad”. La abreviatura de este pronombre, ‘Ud.’, sí se escribe siempre con mayúscula inicial, como las de ‘doctor’, Dr., de ‘señor’, Sr., de ‘doctora’, Dra., de ‘ilustrísimo’, Ilmo. etc.

 

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