18 de abril de 2024

Marino Jaramillo Echeverri

24 de marzo de 2016
Por Hernando Salazar Patiño
Por Hernando Salazar Patiño
24 de marzo de 2016

Por Hernando Salazar Patiño

Hernando SalazarMe ha conmovido la noticia de la muerte en la capital de la república del doctor Marino Jaramillo Echeverri, una de las figuras más brillantes en la historia política e intelectual de Caldas en la segunda mitad del siglo XX. Y hablo en singular, porque a pesar de constituir un duelo para el Departamento, el conocimiento que tuve desde muy temprano en mi vida de su personalidad, de la ortodoxia de su pensamiento, de sus resonantes actuaciones parlamentarias, del ejercicio del derecho, de su actividad académica, de su cultura histórica, jurídica y literaria, de la media docena de libros que publicó y de los que trabajó en los últimos años, fueron  oportunidades para dimensionar una constante vocación intelectual, siempre ascendente.

Marino Jaramillo Echeverri nació en Neira el 12 de septiembre de 1923. Fueron sus padres don José Jesús Jaramillo y la señora Soledad Echeverri Hoyos. Desde la infancia, le tocó padecer con sus numerosos hermanos, el inicio de la violencia política con sus consecuentes desplazamientos, en la tercera década del siglo pasado. Él mismo lo testimonia en el libro que escribió sobre esa época: “En nuestra niñez nos tocó vivirlo. Nuestra familia como muchas otras, tuvo que abandonar a Salamina, lugar de residencia, buscar acomodo en Aranzazu, y salir de este precipitadamente; en ambos casos por presión política ejercida por quienes, en esos dos municipios de mayoría conservadora, empezaban ya a soñar con su propia hegemonía”

Una vez en Manizales, estudió en el Colegio de Cristo donde hizo su bachillerato y de aquí partió a Popayán, para estudiar derecho en la Universidad del Cauca, en la que se graduó de doctor en derecho, ciencias políticas y sociales. La experiencia universitaria fue también la oportunidad para desplegar su inteligencia. En  esa histórica ciudad le tocó la muerte del maestro Guillermo Valencia, símbolo entonces de la cultura nacional. Hizo periodismo con su hermano Octavio y otros jóvenes intelectuales caucanos y llegó a ser secretario privado de la gobernación del Cauca. Vuelto a Manizales, comenzó a ejercer la profesión y a tener una activa participación política. También la cátedra, la que fructificó en un texto de Introducción al Derecho Penal, que fue su primera publicación. Eran los tiempos de la dictadura del general Rojas Pinilla. Marino Jaramillo Echeverri  tuvo una definida raigambre laureanista y en esta corriente conservadora militó hasta la muerte del caudillo Laureano Gómez. No obstante, en alguna oportunidad, bajo el gobierno del coronel Gustavo Sierra Ochoa, dio su brazo a torcer aceptándole la Secretaría de Gobierno, por lo que se ganó el reproche de sus compañeros de lucha contra el régimen. También fue Gobernador encargado. Pero siempre fue afín al llamado “Escuadrón suicida”, el grupo de jóvenes conservadores que, cerrado El Siglo, en Diario Gráfico, y en actividades clandestinas, le hacían oposición al gobierno de Rojas. La revista “Prometeo”, de los intelectuales conservadores Diego Tovar Concha y Belisario Betancur y el periódico “La Gente”, que era la réplica conservadora del semanario “La Calle”, de Alfonso López Michelsen, movilizaban las ideas de las que Jaramillo hacía eco.

Hizo parte de esa primera Asamblea Departamental de Caldas, posterior a la dictadura, en la que Jorge Mario Eastman, Augusto Correa Echeverri, Rodrigo Marín Bernal, Mario Calderón Rivera y otros que integraban la nueva generación política, nacida con el Frente Nacional, auguraba una visión distinta del país. No obstante la fidelidad a un pensamiento, Marino Jaramillo enrumbó en ocasiones por vías distintas a las indicadas por las directivas de su partido. En Manizales lideró la campaña de la candidatura disidente del conservador Jorge Leiva, frente a la del liberal Alberto Lleras, para la primera presidencia bajo el sistema de la alternación.

Su llegada al congreso fue un acontecimiento destacado por los medios de todos los partidos, que le concedieron grandes titulares a sus intervenciones, por la contundencia de sus debates y el fulgor oratorio de que hacía gala. Fue el primero en abanderar las dos candidaturas de Belisario Betancur. No tuvo la carrera política que merecía su talento, y en los últimos años tuvo un protagonismo infausto como precandidato conservador en 2001, y cuando el general Harold Bedoya Pizarro en el 2002, lo incluyó en su segunda malograda candidatura a la presidencia, como  vicepresidente por el Movimiento Fuerza Colombia. El talento del ilustre caldense, tuvo una mejor aplicación en los institutos culturales de los que formó parte. Además de estudios de economía en Israel, una interesante vida diplomática como embajador de Colombia en Paraguay, en Bulgaria, en la antigua Checoeslovaquia y como partícipe en eventos internacionales en la Unesco y en Washington, le ampliaron a Jaramillo Echeverri el mundo de sus apetitos mentales, y una más honda y objetiva concepción de las ideas  políticas y de la historia.

El gran jurista fue requerido varias veces como conjuez por los altos tribunales, presidió Conalbos nacional, dictó cátedra de Derecho Público en varias universidades, pero como acabé de mencionarlo, fue la dedicación a los grandes pensadores y a la historia de Colombia, la que hizo de Marino Jaramillo un estudioso, un escritor de sesudos ensayos, un respetado miembro correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua, de las Academias de Historia de Colombia y de Bogotá, de la Academia de Jurisprudencia, de la Sociedad Bolivariana, y presidente del Centro de Estudios Colombianos, por el que fue condecorado con la “Orden del gran Mérito”, junto con el eminente profesor Emilio Robledo Uribe, en diciembre de 2003.

Sus obras atestiguan su incansable tarea intelectual: Introducción al Derecho Penal Colombiano (1957); Liberales y conservadores en la Historia: itinerario de las ideas y del poder (1972); Dioses y Hombres (2000); El Primer Hombre Moderno (2001); Oposición y Violencia en Colombia 1920 – 1934 (2003);  Bolívar y las ideas políticas; Una constitución para un País mejor. Varios ensayos publicados en el Boletín de Historia y Antigüedades: Una guerra por la paz: antecedentes de una guerra civil no declarada (1997) Vida y destino de nuestra lengua (2003). Los libros inéditos que dejó listos, como De la monarquía imperial a la monarquía cristiana (2004); Lo oculto y lo fantástico; La Ciudad de Dios y la Ciudad del Diablo; Unos bárbaros llamados godos; el estudio filosófico-jurídico sobre la “Politeia” de Aristóteles y sobre todo, sería importante poder editar la segunda parte de Oposición y Violencia (1934 – 1960). Una antología de sus textos y la publicación de sus libros inéditos,  enriquecerían con calidad y orgullo el acervo bibliográfico regional.

Casado con Margoth Moreno, perteneciente a una familia anclada en la historia de la cultura de Antioquia y de Caldas, y que murió hace poco más de diez años, la desaparición de Marino Jaramillo Echeverri el pasado 19 de marzo, nos apena, y remueve las claves de lo que hemos sido los caldenses en el último medio siglo.