28 de marzo de 2024

No venda el carro, doctor Vallejo

19 de febrero de 2016
Por Mario De la Calle Lombana
Por Mario De la Calle Lombana
19 de febrero de 2016

Por: Mario De la Calle Lombana 

mario de la calleEspere un poquito, porque el Consejo de Estado suspendió la resolución por medio de la cual se habían definido las bases gravables para el cobro de los impuestos de vehículos. El ministerio del transporte se defendió como gato patas arriba, tratando de sostener la absurda medida. Inicialmente dijo que de ninguna manera volvería atrás lo dispuesto en la inaceptable norma. Ante la protesta general, prácticamente unánime de todos los afectados, decidió modificar un poco las cosas y aceptar que ningún avalúo de vehículo podría aumentarse este año más del 6,67%, que es la variación del índice de precios al consumidor del año pasado. Aunque eso tranquilizó a algunos afectados, otros continuamos aterrados de ver que a esa entidad no le preocupaba el absurdo de que, mientras los automóviles usados pierden precio cada año, no solo porque los posibles compradores pagarán cada vez menos por ellos, sino porque así incluso lo reconoce la legislación tributaria que establece mecanismos de depreciación contable de los activos, se decidía para efectos tributarios, por voluntad de la Ministra, un aumento del valor de los vehículos sin asidero en la realidad. Otra reculada del ministerio fue disponer además que, cuando ese aumento llevaba el vehículo a la categoría superior (que paga un mayor porcentaje de impuesto), se mantendría la categoría a la que había pertenecido en 2015. Pero por otra parte aseguraba que, en todo caso, esas eran unas graciosas concesiones por el presente año, pero que para 2017 el nuevo sistema de tarifas y tasas impositivas entraría en pleno vigor sin contemplaciones.

Ahora, el Consejo de Estado ha dicho que los colombianos que tenemos carrito no estamos obligados a cancelar ahora esos impuestos absurdos, atrabiliarios, y que debemos esperar hasta cuando el ministerio actúe sensatamente, para pagar lo que en justicia nos corresponda. Ojalá esa dependencia entre en razón y acepte que todo vehículo pierde anualmente mucho valor y que es una incoherencia afirmar que los carros usados vayan a tener cada año un precio mayor que el que tenían el año anterior.

El nuevo columnista de EJE 21, el ameno y elegante  escritor Víctor Hugo Vallejo en su columna “Desde Cali”, se ha referido en dos oportunidades continuas a este tema. Con argumentos contundentes, que no pretendo repetir ahora, ha llegado a la conclusión de que tener carro es una desgracia y que lo mejor es venderlo. Sin embargo, me atrevo a creer que las demás razones para sentirse mal por tener carro, por sí solas, no lo habrían llevado a la decisión de poner en venta su medio de transporte. La gota que colmó la copa del doctor Vallejo fue el absurdo incremento fijado a los impuestos de vehículos, y es una lástima que haya sido una empresa coterránea nuestra la que, seguramente de buena fe, haya generado, a cambio de millones y millones de pesos, la malhadada resolución que estuvo a punto de tumbar (no me explico por qué no lo logró)  a la Ministra del Transporte. Uno quiere que a las empresas de Manizales les vaya siempre muy bien, para que nuestra ciudad siga siendo una de las que tienen menor desempleo en Colombia, y cuando ve a compañías de nuestra tierra metidas en semejantes embarradas, siente gran temor, porque la estructura empresarial de la capital de Caldas es hoy más débil que antaño. Es el mismo temor que me invade ante las vicisitudes de las industrias de licores, cuando parece que los tratados internacionales van a obligar a que nuestro Ron Viejo de Caldas termine siendo castigado con las mismas cargas tributarias de los más afamados licores extranjeros.

Las demás tragedias que tenemos que sufrir los automovilistas, seguramente podrían terminarse, o al menos atemperarse, como se logró el resultado que hoy estamos disfrutando. Realmente, uno piensa que varias de las maneras empleadas actualmente por las autoridades para perseguir al automovilista, podrían ser sujeto de demandas ante la justicia. El mismo doctor Vallejo menciona, por ejemplo, la alcaldada del pico y placa, con el cual limitan la libertad de transportarse a los automovilistas, con la curiosa teoría de que el aumento del parque automotor es el causante de las congestiones. Sin contar la verdad de que el aumento de los vehículos en circulación es muchísimo menor que el gigantesco aumento de los recaudos por los impuestos que pagan los propietarios de esos mismos vehículos, y que si una parte importante de esos dineros se hubiera empleado en construir las vías que necesitamos, no existiría el flagelo de la gran congestión en nuestras ciudades. Pero se gastaron la plata en otras cosa, sanctas y non sanctas, no solo la de los impuestos de vehículos sino también la sobretasa de la gasolina que también las pagan los propietarios de los carros, y entonces resulta que la culpa de la congestión es de quienes pagamos con creces los ingresos que se necesitaba para construir nuestras vías, y no de quienes desviaron esos recursos sin prudencia ni cuidado, y nos dejaron sin las vías por las que ya hemos pagado. ¡Tramposos! Valdrá la pena analizar en alguna próxima columna otras medidas de persecución contra el automóvil, para ver si encontramos formas de que disminuya un poco la presión contra nosotros y no sigan intentando hacernos sentir como si fuéramos los malos del paseo.