29 de marzo de 2024

Pareja no viaja todavía

Autodidacta. Periodista de largo aliento formado en la universidad de la vida. Destacado en cadenas radiales, diarios nacionales y co-fundador de medios como Colprensa y el diario digital Eje 21. Formador de buenos reporteros en Manizales, Bogotá y Medellín.
30 de enero de 2016
Por Orlando Cadavid Correa
Por Orlando Cadavid Correa
Autodidacta. Periodista de largo aliento formado en la universidad de la vida. Destacado en cadenas radiales, diarios nacionales y co-fundador de medios como Colprensa y el diario digital Eje 21. Formador de buenos reporteros en Manizales, Bogotá y Medellín.
30 de enero de 2016

orlando cadavid

Por Orlando Cadavid Correa

El gremio periodístico está de plácemes porque el querido colega y amigo Rodrigo Pareja Montoya –uno de los mejores redactores que parió el diarismo antioqueño en la segunda mitad del siglo veinte— ha salido airoso de una batalla con La Parca, en la Clínica Las Américas, de su natal Medellín.

Formado a puro pulso en la fecunda escuela hertziana del maestro Antonio Pardo García, quien nos enseñó a buscar las noticias con altas dosis de pasión, tenacidad, emoción, constancia y profesionalismo, El Flaco emuló con creces a su ilustre progenitor, don Luis Pareja Ruiz, toda una leyenda de la vieja guardia del oficio en la bella villa. Padre e hijo formaron una dupla de respeto, cuando se batían solos, en sana competencia, desde las oficinas de El Espectador, con las redacciones enteras de El Colombiano, El Correo y El Diario y el único apoyo del reportero gráfico Lino Montaño, primo hermano de Francisco Giraldo, “Caracho”.

Rodrigo hizo los primeros pinitos de su apostolado reporteril en “Clarín”, el radioperiódico de don Miguel Zapata Restrepo, en una sección diaria sobre la hípica, una de sus pasiones. Las otras son el tango y el billar. De los caballos de carreras pasó a ser un todero de campanillas. Recaló en la redacción central de la cadena Caracol, en Bogotá, experiencia que influyó de manera notable en su formación como periodista de carrera. Regresó a su ciudad natal porque lo aburrió el frío de la sabana y extrañaba su Tacita de Plata.

Rodrigo Pareja foto tres
Rodrigo Pareja

La verdad es que resulta tarea de romanos apretar en el limitado espacio de esta columna los 58 años que cumple Pareja trajinando con las noticias y haciendo gala de su espléndida técnica de redacción. Para ayudarnos un poco le proponemos que nos suelte sus tripletas favoritas, en las que predomina, obviamente, la canción ciudadana:

En el periodismo, sus maestros: Luis Pareja, quien lo marcó para siempre; Antonio Pardo, su faro y guía, y Javier Velásquez, su llave periodística. En el tango, como cantantes: Floreal Ruiz, Carlos Dante y Rodolfo Lesica. Como directores de orquesta, Juan D’Arienzo, Osvaldo Pugliesse y Aníbal Troilo. Compositores: Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi y Enrique Cadícamo.

Retomamos el hilo conductor del periodismo para que Pareja, quien sabe dónde ponen las garzas, haga una selección de sus momentos especiales: 1) Aquella madrugada del 21 de junio de 1963 cuando se le adelantó a todo el mundo, por Caracol, con la elección del Papa Paulo VI, en sustitución de Juan XXIII. 2) Una edición de El Espectador con ocho noticias suyas, en primera plana, originadas en Medellín, en junio de 1975, una de las cuales reseñaba la visita de incógnito que hacía a Antioquia el presidente López, en compañía de su canciller Indalecio Liévano. 3) Haber sido el primer periodista que habló del joven Pablo Escobar, en los diarios del país, al registrar el decomiso de un cargamento de cocaína que el delincuente principiante traía de Pasto, mimetizado en un automotor. 4) Por lealtad con la fuente, haberse privado de la oportunidad de dar la primicia, con dos días de anticipación, del nombramiento de Gilberto Echeverri Mejía como Ministro de Defensa. 5) Haber trabajado en comunicaciones con siete gobernadores paisas: Alberto Vásquez, Bernardo Guerra, Antonio Yepes, Fernando Panesso, Antonio Roldán, Elena Herrán y el mencionado Gilberto Echeverri. 6) Haberle servido de Cabo Cañaveral al gramático Roberto Cadavid Misas, Argos, para su lanzamiento en el periodismo nacional.

Vive tan feliz con sus tres nietos (Paula Andrea, Santiago y Juanita)  y su bisnieta (Alaine) que no se cansa de repetir un par de máximas: “Los nietos son esos seres maravillosos que nos hacen vivir en el cielo, sin necesidad de morirnos”…. “Al hombre que muere sin haber sido abuelo, la vida le quedó debiendo la mitad”. También están en la primera fila de sus grandes amores su fidelísima esposa Adiela y sus hijos Madalith, nombre de un tango (¡siempre el tango!) que canta Raúl Iriarte, y René, un destacado médico con altos pergaminos en la rama oncológica.

Es robusto el catálogo de anécdotas de Rodrigo en 50 años dándole a los teclados y a los micrófonos: 1) Cuando murió trágicamente el poeta Jorge Gaitán Durán, lo confundió con el alcalde de Bogotá, Jorge Gaitán Cortés. 2) El día que Pardo lo mandó a Cali a hacer, solo, “Cinco reporteros y el personaje de la semana” con el ministro de Salud, Santiago Rengifo Salcedo, y apenas le pudo grabar veinte minutos, porque el médico respondía con monosílabos. 3) La maratónica jornada de cinco días, en Emisoras Nuevo Mundo, por el asesinato del presidente Kennedy. 4) Las siete veces que el maestro Pardo (¡siempre don Antonio!) le hizo repetir una noticia de cinco líneas, hasta cuando le quedó bien elaborada. 5) Las 2.500 emisiones realizadas durante 12 años de su programa “Buenas noches, tango”, para diferentes emisoras de Medellín, el mejor y más bien documentado en su género, en la radio colombiana, que se difunde ahora         por La Voz de la Nostalgia, de Medellín.

La apostilla: Con la P de Pareja se escriben periodismo, profesión, periodista, profesional, prensa, primera página, primicia, palmarés, pericia, presto, prototipo, pantalla, parábola, paráfrasis, parentela, probo, pulcro, palmario, pertinente, perspicaz, paciente, padre, pensionado, perseverante, personaje, pluma, portada, purasangre y Parihuela, el utensilio de albañilería que él convirtió en verbo para decirles, al saludar a sus colegas de oficio, que se dedica a trabajar duro. (“Parihueliar y nada más”).

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