Breve mosaico sobre la vejez (I)
¿Cuándo y cómo los griegos acumularon tanta sabiduría ? Imposible saberlo.Tenían que ser disciplinados en los estudios, intensas en pedagogías sus universidades, incorporada al numen de los intelectuales la luz de sus bibliotecas, inmersos en filosofías profundas quienes rectoraban la vastedad de esa cultura.
Los libros escritos por los eruditos, miles de años atrás, son, aún hoy, antorchas, cataratas diáfanas, refugio sedativo de belleza inconmensurable. Por ejemplo, el tema sobre la ancianidad sobrecoge a muchísimos autores,dejándonos reflexiones de hondo contenido.
En “Los Suplicantes” de Eurípides, un personaje de esa tragedia, plantea el no resuelto interrogante sobre la reencarnación. Se pregunta: “¿Por qué no les es posible a los mortales ser jóvenes dos veces y dos veces viejos”? Después de hacer perífrasis en torno de los años, exclama : “!Oh implacable vejez, cómo te odio! Cómo odio a quienes quieren alargar su vida y pretenden desviar el curso de la muerte….”.
En “Los Heráclidas”, el mismo autor afirma que el anciano Yolao “se ha convertido de viejo en jóven otra vez”.
En la tragedia “Alcestis”, también escrita por Eurípides, la hija de Pelias,manifiesta : “Con palabras vanas los ancianos desean morir y se quejan de la vejez y de la larga duración de la vida, pero cuando la muerte se acerca, nadie quiere morir y la vejez ya no es una carga para ellos”.
Los griegos aplicaban una original eutanasia a los ancianos. Cuenta Homero en “La Odisea” : “……cuando en la ciudad envejecen los hombres de una generación, presentábase Apolo que lleva arco de plata y Artemis y los van matando con suaves fle- chas”.
Son abundantes las referencias sobre la vejez en las tragedias griegas. Esquilo en “Agamenón” exclama : “Cuando el verdor de los años se ha marchitado ya, la vejez decrépita , seca y sin hojas, va haciendo su camino sobre sus tres pies, sin mas fuerzas que un niño, y arrastrándose con incierto paso a modo de un sueño que anduviese vagando en pleno día”.
En “La Ilíada” de Homero, dialogan Agamenón y Néstor. Dice el primero : ¡“Oh anciano! ¡Así como conservas el ánimo en tu pecho, tuvieras ágiles las rodillas y sin menoscabo las fuerzas! Pero te abruma la vejez, que a nadie respeta. Ojalá que otro cargase con ella y tu fueras contado en el número de los jóvenes. Respondióle Néstor, caballero gerenio : ¡Atrida! También yo quisiera ser como cuando maté al divino Ereutalión. Pero jamás las deidades lo dieron todo y a un mismo tiempo a los hombres : si entonces era joven, ya para mi llegó La senectud. Esto no obstante, acompañaré a los que combaten en carros para exhortarlos con consejos y palabras que tal es la misión de los ancianos. Las lanzas las blandirán los jóvenes que son mas vigorosos y pueden confiar en sus fuerzas”.
En las “Memorias de Adriano” Marguerite Yourcenar relata las masoquistas reflexiones del emperador Adriano sobre su adonis. “Antínoo temblaba, no de terror como lo creía en ese momento, sino bajo la influencia de un pensamiento que comprendí más tarde. Espantado ante la idea de la decadencia, es decir de la vejez, había debido prometerse mucho tiempo atrás que moriría en la primera señal de declinación, y quizás antes”.
“Es preferible perecer que llegar a viejo” escribe la genial escritora.
Sándor Márai, ya decrépito,amurallado en las últimas hojas amarillas de su almanaque y arruinado por los dolores del alma, grita : “A veces me averguenza estar vivo”.
Se suicidó.