29 de marzo de 2024

Sin Dios ni ley…

11 de noviembre de 2015
Por Mario García Isaza
Por Mario García Isaza
11 de noviembre de 2015

Por el presbítero Mario García Isaza

mario garciaAsí quieren que llegue a ser nuestra patria: una nación sin Dios ni ley. Avanzan, ciegos, los que pretenden desterrarlo a Él, a Dios, de todo el ordenamiento social, y pretenden desconocer los preceptos, no solo los divinos, sino los que dicta la naturaleza misma; que también vienen del Autor de la naturaleza. Y el coro de los que así quieren vivir, sin Dios ni ley, aplauden y gritan: ¡qué magníficas victorias hemos alcanzado! ¡Cómo va “progresando” Colombia!

La Corte constitucional, que sobrepasando sus atribuciones viene sometiendo a Colombia a una verdadera dictadura, y pretende legislar –lo cual no le corresponde, si uno lee con atención el art. 241 de la Constitución – sobre todo lo divino y lo humano, ha decidido que los homosexuales pueden adoptar; dizque así se tutelan los derechos de los niños, cuando en realidad se los vulnera. Y dizque así se defiende el “derecho” de los homosexuales. Es, en el fondo, la misma falacia jurídica con que la Corte pretende consagrar el “derecho” de la mujer a disponer de la vida de su hijo no nacido, y de matarlo antes de que vea la luz. Ni en el primero ni en el segundo caso se puede hablar de “derechos”. Y, aun si lo fueran, resulta que la Constitución de Colombia, cuya observancia debería proteger y exigir la Corte, – esa es su función primordial – establece: primero, que “ la vida es inviolable” ( art. 11 ) ; segundo, que “la familia se constituye por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio” ( art. 42 ); tercero, que los niños tienen derecho a “tener una familia”

( art. 44 ) ; cuarto, que “ los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los demás” ( art. 44 ) Cualquiera que lea y quiera entender estos principios constitucionales, se dará cuenta de inmediato cómo las decisiones de la Corte son abusivas, ilegales, se llevan por delante lo establecido por nuestra carta magna.

Y ahora, la perla que faltaba en ese sórdido empeño criminal por destruir todos los valores en que se cimienta una sociedad: el Fiscal general de la nación propone, mediante un proyecto legislativo, que se le otorgue a la mujer el “derecho” a interrumpir el embarazo sin restricción alguna, durante los primeros tres meses de gestación. ¡Qué paso gigantesco en el camino del progreso de Colombia! ¡Cómo vamos entrando en el grupo de los países civilizados! Y también ahora, por supuesto, vamos a escuchar los aplausos y los vítores con que los enemigos de la moral cristiana y los que desconocen o desprecian la simple ley natural auparán al fiscal y a la corte, para que continúen su labor de zapa en los fundamentos éticos de nuestra sociedad.

Yo le preguntaría al doctor Montealegre: ¿y en virtud de qué, cuando el niño cumpla los tres meses, adquiere un derecho, – el derecho a la vida – si antes no lo tenía?
¿Quién puede admitir que la criatura de dos meses y medio puede ser eliminada, y eso no es un crimen, pero apenas cumpla los tres meses adquiere el derecho a vivir?

¿Es que, como por arte de birlibirloque, al llegar a esa edad comienza a ser un ser humano, sujeto de derechos inviolables? ¡Ah, no! , señor Montealegre: es que el nuevo ser no será nunca un ser humano si no lo fue desde el principio. Es que nadie puede tener la avilantez de creerse con derecho a decir desde cuándo se le reconocen sus derechos inviolables a una persona, y hasta qué momento esos derechos pueden ser desconocidos. Eso es aberrante, desde cualquier punto de vista.

¡Dios nos tenga de su mano! ¡Dios los confunda! Y Dios nos dé a nosotros el valor y la claridad necesarios para salir en defensa de los valores morales y de los principios que profesamos.