29 de marzo de 2024

La agenda del Papa Francisco

2 de octubre de 2015
Por Albeiro Valencia Llano
Por Albeiro Valencia Llano
2 de octubre de 2015

el papa francisco

Son históricas las visitas realizadas por el Papa a Cuba y a Estados Unidos, durante diez días; un periplo que tuvo mucho contenido religioso, como un objetivo del Vaticano, pero también se observó el aspecto geopolítico, en sus 26 discursos, y en el impacto que produjo su presencia en escenarios como la Plaza de la Revolución en La Habana, la Casa Blanca, el Congreso de Estados Unidos y  la Asamblea General de la ONU.

La visita a Cuba

La Iglesia católica goza de una fuerte presencia en la isla, donde  convive con la santería. Esta religión tiene sus orígenes en la tribu Yoruba, de África, en Nigeria. Desde 1820 llegaron muchos esclavos a Cuba para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar y aquí fueron conocidos como los Lucumí, por su saludo “Oluku mi” (mi amigo). La Iglesia católica trató de evangelizarlos pero, debido a la escasez de sacerdotes y a la condición de esclavos, la mayoría aceptó, aparentemente, el credo católico pero interiormente estaban inmersos en su propia religión. En su afán por esconder el credo y las prácticas mágicas identificaron sus deidades africanas (orishas) con los santos del catolicismo y surgió un sincretismo religioso conocido como la santería.

Cuando triunfó la Revolución Cubana se impuso el ateísmo, lo que afectó a la Iglesia católica, pero también a la santería; entonces “hubo que esconder a los santos”, para evitar problemas políticos. En 1992 el país se convirtió en un estado laico y en 2012 el Partido Comunista prohibió la discriminación por motivos religiosos y por razones sexuales. Hoy la santería sigue siendo el culto dominante en Cuba, a pesar de las hostilidades del pasado, y venera a sus “orishas” (santos) y a sus equivalentes en la religión católica; a San Cristóbal (Agayu), se le atribuye la paternidad; a Nuestra Señora de la Regla (Yemeyá), fecundidad y maternidad; a San Francisco (Orula), sabiduría; a Santa Bárbara (Shangó), fuego, trueno, fuerza; a Nuestra Señora de la Caridad  (Oshún), patrona de Cuba. De acuerdo con la santería la vida de cada persona está supervisada por un orisha e influyen permanentemente en su vida. Se dice que el 70% de los cubanos practica el sincretismo religioso, pero, como ya se dijo,  la santería es el culto predominante. Para el sacerdote santero, Juan Manuel Pérez Andino, presidente de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, Francisco “es el papa que ha traído la miel que faltaba en nuestras vidas”.

La Iglesia católica ha venido creciendo en la Isla porque convive con cultos afrocubanos enraizados en la cultura, por las visitas papales desde  1998 y porque la Iglesia siempre se ha pronunciado contra el embargo; en este sentido tomó partido a favor del régimen castrista. Pero ha conseguido  concesiones del gobierno cubano, como introducir el nuevo día festivo de Navidad y la restitución del feriado de Semana Santa. En esta dirección el periplo de Francisco llena de alegría a la mayoría de los cubanos. El Papa llegó antecedido de un enorme prestigio por haber logrado el restablecimiento de relaciones entre La Habana y Washington y la reapertura de las embajadas. Ahora es necesario redondear las relaciones con Estados Unidos, para eliminar el embargo económico y por la devolución del territorio donde hoy funciona la polémica cárcel de Guantánamo.

En este peregrinar de Francisco, el pueblo colmó la Plaza de la Revolución en La Habana y después siguió para Holguín, cuna de la Revolución, y Santiago de Cuba, en donde está el Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de los cubanos. El 22 de septiembre terminó su visita dejando un país lleno de esperanza.

En Estados Unidos

En Nueva York desbordó las expectativas; millones de personas querían verlo. Antes de su llegada a la Gran Manzana miles de personas hicieron fila para ingresar a los eventos programados. La municipalidad y la Arquidiócesis entregaron miles de boletas para la procesión del pontífice por Central Park, sin embargo centenares de boletas fueron vendidas a precios exagerados. Ochenta mil personas participaron en el recorrido; este evento estuvo acompañado por un impresionante sistema de seguridad en toda la ciudad, con participación de la Policía de Nueva York, del FBI y de unidades especializadas en lucha antiterrorista. Millones de personas querían verlo. Hubo tanta afluencia de público que el alcalde Bill de Blasio reconoció que “el entusiasmo que despierta el papa es extraordinario […] Nunca se vio algo así”.

El primer discurso de un papa en el Congreso de Estados Unidos fue demoledor. En la primera parte de su intervención dijo que la política “no puede ser esclava de la economía y de las finanzas. La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible”. En medio de reiteradas ovaciones, y en un escenario de mayoría republicana, tocó temas que están a la orden del día, como el cambio climático, la regulación de la inmigración, la redistribución de la riqueza, la pena de muerte, la política exterior y el armamentismo. Aquí se mostró riguroso, con mensajes que coinciden con intensas discusiones políticas en el Parlamento. Puso el dedo en la llaga por su oposición a la pena de muerte, pues en las dos cámaras la mayoría de los legisladores están a favor de la pena capital. Y en este país hay 31 estados donde aún se aplica semejante castigo. Al respecto afirmó que “Cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad solo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito”.

Para muchos dirigentes la visita de Francisco llegaba en mal momento por los temas que se estaban cocinando en el Congreso y por esta razón algunos intentaron boicotear su intervención. Por ejemplo el representante a la Cámara por Arizona, Paul Gozar, dijo “si el papa viene a hablar con autoridad moral en contra de la violencia del islam, yo estaría ahí, apoyándolo. Si viene a pedir la ayuda para la protección de los cristianos perseguidos en Oriente Medio, yo lo aplaudo. Pero si decide actuar y hablar como un político de izquierda, no se puede tolerar”. Algunos otros estuvieron de acuerdo con esta posición y afirmaron que el papa “debía limitarse a hablar de temas religiosos y no políticos”. En realidad los republicanos estaban enfrascados en una agenda para resolver los problemas fiscales del país, proponiendo recortar la inversión y la asistencia social del Estado, incluyendo la ayuda a los más necesitados. Y, como respuesta, llegó el mensaje del papa, quien dijo que “Debemos decirles no a la economía de la exclusión y a la inequidad. Este tipo de economía mata […] Todo está hoy en día bajo las leyes de la competencia y la supervivencia del más fuerte, donde los poderosos se alimentan de los indefensos”.

En la Asamblea General de la ONU se presentó como el representante de los más necesitados. Desde muy temprano miles de personas se desplazaron a las cercanías del edificio de Naciones Unidas para esperar su arribo. Llegó a las 8 de la mañana, saludó a la multitud que encontró en las calles, demostrando la preferencia por los niños. El seno de la ONU se llenó de visitantes ilustres que querían escucharlo y, aquí, ante 148 Jefes de Estado, más empresarios, artistas, escritores, políticos y funcionarios, expuso un discurso lleno de símbolos, sabiduría y mensajes directos. Hizo un llamado muy serio para aliviar a los pobres, contra el capitalismo salvaje y para combatir el cambio climático. Afirmó que “Los organismos financieros internacionales han de velar por el desarrollo sostenible de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios que lejos de promover el progreso, someten a las poblaciones a mecanismos de mayor pobreza, exclusión y dependencia”. Pidió a los mandatarios buscar el bien común y habló del narcotráfico, como “otro conflicto que silenciosamente se cobra la muerte de millones de personas”. Aprovechando semejante tribuna insistió en la protección del planeta y de los migrantes y a luchar contra la pobreza y la desigualdad. En este largo periplo habló sobre homosexualidad, aborto, divorcio y pederastia. Este último tema, sobre los sacerdotes que abusaron de niños, sigue sin resolverse.  El escándalo estalló primero en Estados Unidos, en el año 2000, y luego cobijó a varios países europeos.

Pero Francisco no la tiene fácil, porque los temas políticos que asume se analizan en todo el mundo y su opinión influye dentro de la Iglesia. Su visión progresista de las enseñanzas católicas produce una rebelión en varios sectores. Se sabe que algunos obispos de Estados Unidos desean que su pontificado pase rápido. Por ejemplo el Cardenal Raymond Burk, nacido en Wisconsin, es uno de los grandes críticos de Francisco. Sobre este asunto afirmó que “El poder del papa no es absoluto. Él no tiene el poder de cambiar las enseñanzas ni la doctrina católica”. Mientras tanto el papa Francisco sigue hablando con humildad, pero con claridad. Su liderazgo es indiscutible y los pueblos lo ven como uno de los líderes religiosos más apreciados de los últimos tiempos.