29 de marzo de 2024

No llegó la hecatombe ni el acabose

30 de septiembre de 2015
Por Augusto León Restrepo
Por Augusto León Restrepo
30 de septiembre de 2015

A VUELAPLUMA

augusto leon restrepo

A mi no me producen nervios ni me aculillan los mensajes de twitter que envían los guerreristas de las Farc, que como los de los enemigos del proceso de terminación del conflicto armado, pretenden que se estanquen, que se enloden, otra vez, las salidas que se plantearon en La Habana en relación con la denominada justicia transicional retributiva, que se idearon con imaginación y rigurosidad los abogados de las partes combatientes. Pero los tales mensajes, los artículos, los reportajes que ponen en solfa lo que los expertos han entregado a la mesa de conversaciones para que sea incluido en el acuerdo final de marzo de 2016, revelan que no será fácil aunar criterios, ni, como lo expresó el Presidente Santos, dejar contento a todo el mundo.

Esas manifestaciones verbales de ambos lados asustan a sensibilidades delicadas y catastrofistas. Bobadas retóricas como las de que los ex presidentes, los empresarios, los militares, los finqueros, Belisario, Uribe, el general Mendieta, van a sentarse en el banquillo de los acusados del Tribunal a esperar sanciones de 20 años de penas mientras los guerrilleros se van a desminar y a reconstruir iglesias, crean ruidos insolentes, casi que como los del Fiscal Montealegre, dañinos para un proceso que es serio, delicado como una porcelana, porque está en juego la supervivencia de por lo menos el treinta por ciento de la población colombiana que sufre en directo la confrontación bélica y aporta los muertos, los desplazados y las víctimas en general.

Como son pusilánimes y timoratas las opiniones de quienes predican que llegó el diluvio universal, que faltaron reclinatorios en el ceremonial de La Habana para significar la entrega de las instituciones colombianas a los terroristas, que el castro chavismo está a las puertas de Bogotá que es lo único que preocupa a ciertas élites. Con la firma de De la Calle y Márquez para que se cree un Tribunal de Transición no llegó la hecatombe ni el acabose. Es apenas el esbozo de un cuerpo judicial cuyo ejercicio de sus funciones no podemos calcular en el tiempo y que ni siquiera sabemos si va a coincidir en su creación y funcionalidad con los seis meses que se dieron los combatientes para llegar al acallamiento de los fusiles por parte de nuestro ejército y a la entrega, dejación, embargo, o como quieran llamar los estilistas gramaticales al hecho de que los ilegales armados se abstengan de utilizar las bombas y los tatucos para matarnos porque pensamos y actuamos en forma diferente a ellos. Y con quienes nos vamos a dar la mano » no porque sean revolucionarios con legitimidad y pueblo detrás, como pretendió hacer creer al planeta Raúl Castro, con el beneplácito de Santos, si no por tratarse de una organización de delincuentes a la que es casi imposible derrotar «. ( Salud Hernández. Columna El Tiempo. Sept 27 , 2015 ). No señora. Siempre hemos creído que a Timochenko y sus secuaces los podríamos someter dentro de diez o quince mil muertos mas. Pero en defensa del imperio de LA VIDA, siempre estuvimos y estamos en la prédica de que las manos tendidas evitarán los sacrificios inútiles, los muertos gratuitos, los héroes inmolados, las lágrimas imprecatorias, en aras de políticas o ideologías que mañana estarán desuetas y mandadas a recoger, como el huso y la rueca.

Yo por mi parte, no me voy a desvelar pensando en el Tribunal de Justicia Transicional que crearon los abogados de Nueva York, de Noruega, de Colombia y de España, que se sepa. Cuando arranque en sus funciones , defina con claridad su competencia y quede incrustado en nuestra organización constitucional y legal, ya lo veremos. Lo que puedo vaticinar, sin que tenga bola de cristal , es que el camino será culebrero, como decimos los campesinos de las breñas caldenses. Faltan muchos temas por decantar y mucha pólvora por quemar. Que lo de La Habana la semana inmediatamente anterior es un gran avance, lo es. Que el cierre del conflicto esté a la vuelta de la esquina, lo dudo. Pero me quedo al lado de la esperanza. Prefiero equivocarme con ella al lado del Papa Francisco, que no del lado de los arúspices del fracaso de la utopía, que si logran acertar en sus predicciones , nos condenarán a otros cincuenta años de impredecibles dolencias para el alma nacional, en los que continuarán retumbando los fatídicos truenos de la guerra.