28 de marzo de 2024

Un nefasto personaje

27 de agosto de 2015

 

Eligio Roldán

Eligio PalacioAsí como un día le entregó el alma a los narcotraficantes, hoy se la entrega al demonio de Maduro.

Las actuales generaciones poco saben de él y las viejas quizás lo han olvidado, pero ahí está,  al acecho. Su más reciente aparición, esta semana en medio de la crisis en la frontera colombovenezolana: “las deportaciones de colombianos desde Venezuela enrarecen el clima de opinión necesario para perseguir a los paramilitares colombianos que sí están traspasando las fronteras”, dijo.

El señor Samper dio por hecho que las expulsiones de colombianos por parte del presidente Maduro, de Venezuela, eran legítimas.

Pero esta no es la peor historia del hoy Secretario General de Unasur. Fue presidente de Colombia a finales del siglo XX, gracias a la financiación de  su campaña política por parte del narcotráfico. Ese hecho manchó de indignidad a nuestra patria y la sumió en su mayor descrédito en la historia de las naciones.

Al descrédito del país, se unió una gran crisis económica, entre 1994 y 1998, provocada por un presidente que se aferró al poder, a costa de todo. Aún se recuerda su premonitoria frase “Aquí estoy y aquí me quedo”. Y aquí se quedó, para siempre, haciendo daño.

En medio del desprestigio pero con la anuencia de los grandes medios de comunicación, que le debieron muchos “favores”, continuó mimetizado en el poder, poder que se debilitó en el gobierno Pastrana pero que fue tomando presencia en la llamada izquierda colombiana, en las alcaldías de Bogotá, que también tiene sumida a la capital colombiana en la desesperanza.

Y, bueno, sucedió lo que tenía que suceder en un gobierno como el de Santos, que le ha entregado todo a la izquierda latinoamericana, por la obsesión de firmar unos acuerdos de “paz” con unos dirigentes guerrilleros, decrépitos, a punto de extinguirse por la ley natural de los humanos: la muerte que llega con la vejez. Aceptó que, de la mano del presidente venezolano y, que sabe uno, quizás Piedad Córdoba (Teodora Bolivar) llegara a la presidencia de UNASUR el monigote de Ernesto Samper, donde así como un día le entregó el alma a los narcotraficantes hoy se la entrega al demonio de Maduro, para detentar algo de poder, poder que indefectiblemente es su obsesión.

Que nefasta la presencia de Samper en nuestra historia, que nefasta la financiación de su campaña presidencial por el narcotráfico, que nefasta su manipulación de los medios de comunicación en contra de Pastrana o de quien no le sirva a sus intereses mezquinos, que nefasta su influencia en la izquierda colombiana, que nefasta su influencia en el partido liberal y que nefasta su presencia en UNASUR, apoyando al dictador Maduro en Venezuela.

Y que nefasto también, para Colombia y los colombianos tener puestas sus esperanzas, para un proceso de paz, en el apoyo de un dictador como Maduro. Si el resultado del Proceso de Paz con las Farc es la creación de un gobierno similar al de Venezuela que Dios nos libre de un resultado positivo en las negociaciones. Mejor, mucho mejor, seguir en guerra que llegar a una paz como la que se vive en el vecino país: una paz de hambre.

ANTES DEL FIN

Me decía un amigo, con una veintena de hermanos, que como su familia era tan numerosa era lógico que allí convivieran todas las clasificaciones posibles de los seres humanos: desde santos, hasta demonios. No sé cuántos hermanos conforman la familia Samper Pizano, lo que sí sé es que no se compadece, para nada, el excelente periodismo y la crítica sana que siempre ejerció Daniel con la infortunada presencia de Ernesto en la política y en los círculos de poder de Colombia y de Latinoamérica.