28 de marzo de 2024

Ciudades de calidad con visión de largo plazo

Por Sandra Forero Ramírez
27 de agosto de 2015
Por Sandra Forero Ramírez
27 de agosto de 2015

Por Sandra Forero Ramirez

Presidente Ejecutiva de Camacol

Las ciudades son la base fundamental del desarrollo de los países.  En ellas convergen necesidades sociales, realidades económicas y una permanente transformación física que determina su productividad y competitividad. En este sentido, la calidad de las ciudades debe entenderse como la suma de esos componentes, y las  estrategias para  su  desarrollo  no pueden ser ajenas de acciones concretas y planeación de largo plazo.

Los ejemplos de una buena planeación no son planteamientos teóricos, ni un esquema urbano idealizado en el papel, por el contrario es el conjunto de determinaciones de política que las administraciones locales deben adoptar para cumplir la función de ordenar el territorio.

Para lograrlo, se requieren acciones mínimas como un preciso análisis de las dinámicas demográficas y sus tendencias, una lectura detallada de las necesidades sociales, un mapa de las potencialidades económicas, el reconocimiento del entorno regional, y hacer del desarrollo urbano un pilar de la productividad. Todo esto, en un marco de planeación de largo plazo, ejecutando y contribuyendo en la construcción de ciudad para las nuevas generaciones.

La vivienda es la base fundamental en la construcción de ciudades de calidad, sin embargo su oferta limitada y su desconexión con la oferta pública y la infraestructura social, afectan la creación de comunidades sostenibles y cohesionadas. En el ejercicio de articular estos elementos, la gestión eficiente del suelo se convierte  en uno de los grandes  retos.

El punto de partida para la provisión efectiva de suelo está en soportar las acciones mínimas en ejercicios técnicos y no ideológicos, donde prime la estabilidad jurídica, se reconozca la inversión privada como aliada estratégica del desarrollo urbano y se garantice el acceso a la información del territorio, como base para la creación de confianza  entre los agentes.

Existe una falsa dicotomía entre ciudad compacta y expandida. La realidad es que el modelo de crecimiento de la ciudad  debe responder a una  mezcla  de estrategias que por un lado promuevan el uso eficiente del suelo y la renovación con el soporte urbano necesario, y por el otro, planee su inevitable crecimiento, garantizando el acceso de todos los segmentos de la población a la vivienda, y facilitando la movilidad y el desarrollo de las actividades económicas.

El costo de no planear con visión de largo plazo lo determinará el mercado. Mientras en las ciudades bien planeadas se premia la productividad, el desarrollo inmobiliario y se generan efectos redistributivos sobre la sociedad; en las que no lo hacen se castiga el desarrollo y se deja la puerta abierta a la informalidad.