29 de marzo de 2024

Yo voy pero tú no vienes

3 de junio de 2015

Víctor Zuluaga Gómez

victor zuluagaHace muchos años, me decían mis padres, había un señor muy caritativo que periódicamente iba a un sector deprimido a llevar unos pequeños mercados para aliviar un poco las duras situaciones vividas por quienes ocupaban unas viviendas levantadas en cartón y plástico. En alguna ocasión, a una familia pobre, de esas que recibían ayuda de aquellas personas caritativas, se le ocurrió ir a visitarlos a su casa ubicada en el marco de la plaza del pueblo y la respuesta fue perentoria: “Yo voy hasta su casa pero no se les ocurra venir a la nuestra”. Por aquello del qué dirán.

No sé por qué, en estos días cuando leía la noticia sobre el desalojo de algunos indígenas en el sector de Las Brisas, en Pereira, vino a mi memoria aquello de “yo voy pero tú no vienes”. Porque la verdad es que los indígenas, en general, eran poseedores de áreas inmensas de tierras que poco a poco fueron siendo ocupadas, a tal punto que en la actualidad ellos son los invasores y nosotros los invadidos.

Y también hice conexión con un fenómeno similar que está ocurriendo en Europa a raíz de la llegada de cientos de inmigrantes africanos. Muchos mueren en el intento de llegar a España o Grecia o Italia o, en fin, cualquier país que los acoja. Pero digamos que el tratamiento es igual: son invasores, no bienvenidos.

Esta es la reseña que hace un cronista español sobre la situación vivida por los indígenas en Cuba, cuando se inició al saqueo del continente americano: Las criaturas chiquitas parescían, (perecían) porque las madres, con el trabajo y hambre, no tenían leche en las tetas; por cuya causa murieron en la isla de Cuba, estando yo presente, 7000 niños en obra de tres meses; algunas madres ahogaban de desesperadas las criaturas; otras sintiéndose preñadas, tomaban hierbas para malparir, con que las echaban muertas. Por manera que los maridos morían en las minas y las mujeres en las granjas, con los trabajos dellas, y las criaturas nascidas por se les secar la leche, y cesando la generación para las por nacer, de necesidad habían, co­mo perecieron todos, en breve de perecer, y así se desnobló esta tan gran de y poderosa y fertilísima, aunque desdichada isla…” (Fray Bartolomé de las Casas. Venezuela, Editorial Ayacucho, 1956)

Acudí también a la memoria para recordar aquellos pasajes de la historia universal en donde los países europeos se volcaron sobre los continentes de África y América. Ingleses, franceses, belgas, holandeses, portugueses y españoles en el África traficando carne humana de una manera por demás inhumana y acumulando enormes ganancias a costa de los recursos mineros y de mano de obra que esclavizaron. Por su parte, los españoles, holandeses, ingleses, portugueses y franceses, saqueando el continente de sus riquezas naturales y explotando de manera inmisericorde a los nativos y a los esclavizados traídos de África. En el año 2013, precisamente los holandeses expresaron su remordimiento por conducta inhumana contra los africanos: “Observo este capítulo ominoso de nuestro pasado esclavista y muestro mi remordimiento y arrepentimiento por el trato dado por Holanda a la dignidad humana”, dijo el viceprimer ministro Lodewijk Asscher, que fue aplaudido por un público del que formaban parte invitados de Ghana, Aruba, Curazao y Surinam. Holanda tomó la decisión de suprimir la esclavitud en 1848, pero no la aplicó hasta mucho después por temor a las pérdidas económicas que ocasionaría. La Compañía de las Indias Occidentales, fundada en 1621 y poseedora del monopolio comercial de la zona, dirigía a su vez el tráfico holandés de esclavos de África, Brasil, el Caribe y Norteamérica. Los nativos eran comprados en la costa ghanesa a vendedores locales y llevados luego por barco hasta tierras americanas. Surinam se convirtió en la posesión más importante de la zona para los holandeses.” (El País, España, julio 1 2013)

Y una vez producido el saqueo, entonces les parece terrible a los europeos que los “sudacas”, como despectivamente nos llaman a los latinoamericanos en España y a los “negros” africanos se les ocurra llegar a Europa con el propósito de radicarse en ese continente.

Pareciera también que las condiciones en las cuales los africanos están llegando a Europa en la actualidad, en donde muchos mueren en la travesía, no se diferencia en nada de las condiciones en las cuales eran transportados desde África a América por parte de los mercaderes europeos, tal como lo denunció en su momento el jesuita Sandoval, en Cartagena: «…van de seis en seis encadenados por argollas en los cuellos, asquerosos y maltratados, y luego, unidos de dos en dos con argollas en los pies. Van debajo de la cubierta, con lo que nunca ven el Sol o la Luna. Comen de 24 en 24 horas una escudilla de maíz o mijo crudo y un pequeño jarro de agua. Reciben mucho palo, mucho azote y malas palabras de la única persona que se atreve a bajar a la bodega, el capataz. Sobre un cómputo de 29 barcos llegados a las Indias de forma consecutiva, de los 7.143 esclavos en las lejanas costas de Africa, sólo 5.551 llegaron vivos”

Claro que es importante hacer una aclaración: mientras el señor caritativo que visitaba el barrio de desplazados llevaba un alivio a sus penas, la visita de los europeos se realizaba no precisamente para dar sino para saquear. Paradojas de la vida.