El maestro no puede ser un paria
Se ha sostenido siempre que una sociedad sin justicia y sin educación, nunca podrá alcanzar el desarrollo deseado, que no es más que la esperanza de un mejor vivir, y de allí que se sostenga que lo que el país necesita como base esencial, como condición sine qua non de su progreso, es suministrar a la totalidad de la población aquel mínimo de conocimientos que se constituyen en la llave para abrir todas las puertas de la vida.
En contraste con lo planteado, la sociedad civil, como los demás estamentos que integran el concepto Nación, observan con perplejidad como se paraliza la enseñanza en un gran porcentaje de colegios y escuelas ubicadas a lo largo y ancho del territorio nacional como consecuencia de las protestas de carácter laboral de los institutores que luchan por reivindicaciones sociales y pecuniarias, al considerar que el gobierno central les subestima su labor docente, peticiones, muchas de ellas con justificación y con respuestas muertas por parte del ejecutivo y en particular por la señora Ministra del ramo.
No se puede desconocer que los maestros y profesores en su mayoría son, un gremio abnegado, conocedor de su oficio, disciplinados y con aspiraciones académicas, que cuando las obtienen, ese Estado al cual prestan sus servicios hace todo lo administrativamente y fiscalmente por desconocer esos méritos de estudio cuando son exigidos como requisito para un ascenso laboral o salarial, como lo han denunciado voceros gremiales y medios de comunicación a raíz del cese de actividades que se viene adelantando perjudicando a más de nueve millones de escolares y padres de familia.
A propósito de esta huelga que afecta el servicio público de la educación, que por mandato constitucional presenta una prohibición, norma superior que pide a gritos una reglamentación, tema sobre el cual nos referimos en columna anterior, cae como anillo al dedo los planteamientos que sobre la educación y el papel que los gobernantes deben darle a la misma en esta época de la globalización y mejoramiento de la competitividad, expuestos en su momento por un destacado dirigente nacional y orientador de opinión pública cuando en un escrito titulado “Educación y Equidad “, se expresaba con claridad y sentido patrio en los siguientes términos:
“Mejorar la competitividad es indispensable para que cualquier proceso económico produzca resultados positivos. Y el factor más importante para que todo esto sea posible en un mundo cada vez más globalizado, como tanto se ha dicho, es la educación. Por eso no se entiende el trato de tercera que se le está dando a la educación en general y a los maestros en particular.”
Y agregaba en su columna el reputado comentarista, “Mientras el país se mantenga indiferente frente a la suerte de quienes tienen la inmensa responsabilidad de educar a nuestros niños, nunca saldremos adelante. La gran mayoría de los maestros en Colombia tienen que acudir al rebusque para complementar sus ingresos “.
La claridad conceptual del articulista era tal, que al referirse a los salarios de los maestros hacia una grave comparación al expresar: “Para no ir más lejos, un maestro con 26 años de trabajo para llegar al tope del escalafón (grado 14) y después de sacar todos los títulos que se necesitan, un maestro acaba ganando menos que una secretaria recién ingresada a Ecopetrol. Esto no es sólo injusto sino torpe y demuestra como tenemos de equivocadas las prioridades en este país“.
Y finalizaba su tesis para fustigar al gobierno de turno con estas precisas afirmaciones:” De manera que si queremos sobrevivir en este mundo globalizado no se puede seguir golpeando a la educación. Y si el gobierno quiere mantener la paz social, no puede obrar con incoherencia y discriminación. El maestro no puede ser un paria. Porque todo el mundo está dispuesto a hacer sacrificios, pero todos en la cama o todos en el suelo.”
Los planteamientos transcritos corresponden a la actual radiografía del sector educación y quién los consignaba públicamente era nada menos que el periodista comentarista Juan Manuel Santos Calderón, en su habitual columna en el diario El tiempo del día viernes tres de marzo del año 2000, página 5ª, y hoy como Presidente de la República, como Jefe de Estado, y de Gobierno pareciera que olvidó lo que le cuestionaba al ejecutivo de la época, por la desidia y abandono de este sector del desarrollo social, como lo es la educación .
La conclusión de lo anotado, no es más que la falta de coherencia en el pensamiento de nuestros dirigentes, una cosa se argumenta y se dice, cuando se está por fuera del juego burocrático y otra muy distinta cuando se accede al gobierno.
Por último, queremos terminar esta columna diciéndole al señor Presidente, que estamos de acuerdo con lo expresado en el sentido que los maestros no pueden ser unos parias. La pregunta es: ¿Que ha hecho usted o hará para que no lo sean?
No olvidar que tanto el político, como los jefes de Estado deben profesar especial preocupación por la cultura y la enseñanza, los niños de hoy son los hombres y gobernantes de mañana.
Adenda: Como quiera que estamos en la época de pagos de las cargas tributarias en donde el Estado impone su condición dominante a través de una cascada de impuestos, que van desde el de renta, el mal llamado de riqueza, predial, con tasas exorbitantes, que rayan en actos administrativos confiscatorios, se aproxima el de rodamiento, que consiste en la contribución que se debe cancelar por rodar el automotor por las calles y avenidas de la respectivo ciudad.
Se ha propuesto con sentido lógico una reducción a este impuesto de rodamiento en un proyecto le ley que inicia su trámite en el Congreso de la República y responde en nuestro parecer a la aplicación del principio de la equidad tributaria, que no es más que la ponderación de la distribución de las cargas y de los beneficios o la imposición de gravámenes entre los contribuyentes para evitar que hayan cargas excesivas o favores exagerados.
Si quienes somos propietarios de vehículos pagamos el impuesto para rodar por las calles de la respectiva ciudad, no existe razón alguna para que ese cobro se haga efectivo en un ciento por ciento, cuando se presentan limitaciones por el esquema de pico y placa que restringe la utilización de los automotores durante un espacio de días en la semana, mes y año. Se pretende que el impuesto a cobrar sea el real por la restricción anotada.
Ojalá el trámite del anotado proyecto no vaya a tener la oposición del ministro rentista, dogmático para aceptar beneficios en favor de la clase trabajadora o del sector de pensionados, siendo el férreo opositor al cumplimiento de una promesa presidencial de rebajar la cotización por salud de un 12 por ciento al cuatro por ciento, para mejorar los limitados ingresos de ese masa poblacional.
Pero como no hay deuda que no se pague, ni plazo que no se venza, lo quisiéramos ver como se anuncia, como precandidato aspirante a la presidencia de la república, buscando el apoyo de esa franja de electores que ha perjudicado con su vocación alcabalera, pero generoso con los cupos indicativos.
Es la oportunidad que tiene este Congreso de legislar en favor del interés popular y reivindicarse frente al acto legislativo que se tramita en sus últimos debates denominado de equilibrio de poderes, pero que el ingenio popular lo ha bautizado como de desequilibrio de poderes, lleno de imprecisiones, ausencia de unidad de materia, creación de engendros jurídicos en temas de justicia, favorecimientos institucionales, lo extenso de los textos aprobados, el maquillaje de la sala disciplinaria al denominársele de otra manera, que hace pensar que se está en presencia de una reforma constitucional que le traerá consecuencias impredecibles a la estructura estatal.
Bogotá, Mayo 5 2015
“Pagarles mal a los maestros es injusto y torpe», dijo el presidente Santos en la columna que escribió en «El Tiempo» el 3 de marzo de 2000. Clic por favor.
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