29 de marzo de 2024

Felices Pascuas

5 de abril de 2015

“No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí porque ha resucitado… Vengan a ver el lugar donde estaba” dice el evangelio de Mateo. Este momento es la esencia fundamental de la fe cristiana. Son el amor y la esperanza -y no el miedo y la culpa- el corazón de la religión que comparte la mayoría de colombianos. Si somos coherentes, en una cultura donde las imágenes son símbolos sociales que nos ayudan a transmitir quiénes somos o queremos ser o pretendemos ser, quizás deberían existir menos representaciones artísticas de crucifijos y más de resucitados. Quizás deberíamos creer, educar y celebrar menos la muerte y más la esperanza, ella es el alma de este gran misterio.

El Papa Francisco, quien ha sorprendido gratamente al mundo por sus reflexiones asertivas y contemporáneas, ha insistido que “en Jesús el amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte”. ¿Dónde está ese triunfo en nuestra sociedad cristiana en Colombia?

Preguntas como: ¿Quién soy? ¿Para qué vivo? La conciencia, el reconocimiento de la muerte y de la vida, le plantean al individuo la responsabilidad ineludible de su destino. La resurrección de Jesús nos motiva a todos a rediseñarnos desde la fe en el ser, las actividades del hacer y las posibilidades de la actitud. Es una celebración que nos recuerda la vida y sus noblezas, nos reitera la oportunidad que tenemos sobre ella cada segundo para comprometernos y ejercer nuestra libertad re-creando nuestra identidad y co-creando tejido social, nos recuerda que los caminos se pueden enderezar. La novedad cristiana es una buena noticia porque nos invita a un compromiso serio, trascendental y alegre con nuestro destino, es un mensaje de júbilo y esperanza que cada año se renueva gracias a los cristianos coherentes y de bien.

“¡No tengan miedo! ¡El Señor ha resucitado!”, dijo el Pontífice argentino. En un mundo de creyentes y no creyentes, nadie puede negar que la resurrección de Cristo es un hecho que deja una huella indeleble en la historia de la humanidad. Para los cristianos, es la esencia de su fe, para los agnósticos, si la miran con apertura, es una oportunidad para inspirar sus vidas.

El Dr. Ruut Veenhoven afirma que “la felicidad se traduce en cuanto te gusta tu vida”. La fiesta religiosa que hoy invade el territorio colombiano con procesiones y música de tradición ancestral sirve para que, frente a los desiertos que durante su vida permanentemente se encuentra el ser humano, cultive con fuerza nuevos ingredientes y construya esa alegría que describe el sociólogo holandés con el objetivo de que nuestra huella generacional sea incuestionablemente constructiva. La vida es un momento corto, ojalá nuestra muerte individual y generacional nos despierte con un legado honroso.

Este domingo, como cualquier instante en el que se detiene el afán y estamos presentes y conscientes de nuestro ser y sus posibilidades, se nos invita a mirarnos con sindéresis y plantearnos nuestro propósito fundamental de vida. El misterio de los cristianos es una celebración que nos habla de tener fe, que nos invita a creer gracias a su esencia en la esperanza.

Felices Pascuas a todos.

EL COLOMBIANO/EDITORIAL