28 de marzo de 2024

María del Sol Peralta: pescadora de libros, música y lectora en voz alta

19 de mayo de 2014
19 de mayo de 2014

maria del sol

Hija de la reconocida escritora Irene Vasco, además de nieta Sylvia Moskovitz, considerada una de las pioneras en la difícil tarea de entretener a generaciones de pequeños colombianos, María del Sol Peralta, rememora su propia infancia, la relación con los libros y la manera en que surgió su propio amor y esa pasión desbordada por la literatura, la música y los niños.

Poco antes de dar inicio a una de sus presentaciones musicales, que es esperada con entusiasmo por las decenas de niños que se encuentran en el stand de Maguaré del Ministerio de Cultura, la heroína de miles de futuros lectores, médicas, músicos, bailarinas, bomberos, astronautas, filósofos y cantantes ofrece una entrevista en la que revela algunos detalles de las pasiones e influencias a lo largo de toda una vida dedicada a hacer felices al público infantil.

Hija de la reconocida escritora Irene Vasco, además de nieta Sylvia Moskovitz, considerada una de las pioneras en la difícil tarea de entretener a generaciones de pequeños colombianos, María del Sol Peralta, rememora su propia infancia, la relación con los libros y la manera en que surgió su propio amor y esa pasión desbordada por la literatura, la música y los niños.

¿Cómo nació su interés por la lectura?

Vengo de una familia de artistas: mi abuela, Sylvia Moskovitz, cantaba para niños, tuvo el primer programa de televisión infantil en Colombia y ayer me enteré que somos parientes con el poeta Luis Vidales y el maestro Roca; de tal manera que creo llevar esta pasión por la lectura en mi propio ADN.

¿Recuerda esas primeras aproximaciones al mundo de la lectura?

Yo recuerdo que mi abuela solía cantar algunas de las canciones más representativas de la tradición popular oral brasileña, y tanto los libros como otras expresiones artísticas hacían parte de nuestro entorno: la comida, los libros, las galerías de arte y la ópera estaban presentes en nuestra casa todo el tiempo.

Siempre que teníamos invitados –por lo regular escritores y artistas- también ellos acostumbraban cantar, bailar y leer con todos nosotros. De manera que aunque no tengo memoria de que mi mamá se sentara a leernos, el recuerdo que tengo de esa época de ella es el de una persona que se la pasaba hablando de libros con otras personas; y eso supongo que lo deja a uno con la curiosidad. ¿Un mundo para Julius?, ¿qué es eso?

¿Recuerda el primer libro que leyó por su cuenta?

El primer libro que leí sola fue la versión en inglés de El gato con botas, que además tenía unas ilustraciones preciosas. Yo debía tener entre seis y siete años; luego, recuerdo que los primeros libros gordos que llegaron a mis manos fueron La Princesa que pedía la luna y El viento en los sauces, gracias a un regalo especial que mi hizo mi mamá.

¿Cómo fue la experiencia de poder leer estos dos libros?

Tuve gran placer de sentirme acogida y desconectada del resto del universo, rodeada del afecto de las palabras y de considerar que siempre estaría a salvo gracias a los libros.

¿Tiene alguna postura o un lugar que prefiera para leer?

Desde entonces siempre leo acostada, ¡Me encanta! En un sofá, en el piso o en la cama. No sé por qué, pero encuentro que quizá la lectura es para mí una forma muy agradable de descanso, y mis vacaciones son sinónimo de comida y lectura.

¿Recuerda ese momento en que comenzó a buscar sus propios libros?

Me encanta ir a las librerías, y pese a que en este oficio de escribir y trasegar por editoriales siempre le regalan a uno muchos libros, no hay nada que me produzca más placer que encontrarlos y comprarlos.

Puede sonar algo bobo, pero yo adoro ir de incógnito a las librerías, porque vivo encantada con la magia que encierra descubrir una carátula, un autor que conozca o desconozca. Ese olor tan particular que tienen los libros, la tipografía con la que están escritos.

¿Qué recuerda de esa primera librería?

Cuando mi mamá abrió la Librería Espantapájaros quería hacer, y terminó por hacerlo, una colección muy grande de cómics viejos. De manera que ella se iba conmigo por todas las librerías de libros viejos que hay en el centro y esas otras en las que uno solía encontrar gran cantidad de libros sin ningún tipo de orden. Allí encontré mis primeros tesoros y siempre iba a pescarlos en compañía de mi mamá: ella buscaba cómics y yo libros.

¿Cómo eran esas primeras pescas?

Creo que desde entonces iba ya “por mal camino” porque recuerdo que no buscaba libros para mi edad o para jóvenes, sino para quienes en últimas terminaron siendo la pasión de mi vida: los niños.

Recuerdo que buscaba libros ilustrados, libros en cartón o que no tuvieran palabras. En ese momento no pensaba que esta fuera a ser mi profesión, sino que los quería tener porque me parecían bonitos, aunque sabía que algún día les terminaría dando un uso.

¿Y esa primera biblioteca?

Yo comparto mi biblioteca con Irene, y la mayoría de mis libros son para bebés, de poesía y de música.

La música, la lectura y los niños

¿De dónde viene esa pasión suya por la música y los niños?

Eso viene de mi abuela, porque cuando ella llegó a Colombia se preguntaba por qué en Brasil se le cantaba a los niños y acá no; ella es de Río de Janeiro y comenzó a hacer un programa de televisión en el que combinaba música y literatura para niños, de tal manera que al escribir mis propios libros –que también reúnen música y narración-, estudio las estructuras de esos primeros programas, porque aunque los dos lenguajes se parecen mucho no son tan fáciles de unir como uno creería, de tal manera que la estructura narrativa quede redonda y las canciones no queden ahí de manera gratuita.

¿Recuerda esa primera presentación en público?

Eso fue el pasado 27 de mayo hace 15 años y no cantaba, era narradora. La verdad fue terrible porque no sabía manejar un micrófono y la historia que había escrito dos semanas antes tampoco la sabía muy bien.

¿Qué la llevó a seguir adelante?

Lo que siento al leerle a un niño no tiene nada que ver con mi trabajo o con algo de carácter racional, es pura pasión. Cada vez que hablo con un niño chiquito, me arrodillo y de inmediato quiero comenzar a hablarle, cantarle y bailar con él. Volver a erguirme y hablar con los adultos me cuesta más trabajo.

Los niños siempre han hecho parte de mi casa: los propios y los prestados. Yo tengo dos, uno de tres años y otro de diez. Y ambos tienen sus canastas de libros desde que les estábamos arreglando sus cuartos para que puedan tenerlos en sus manos desde siempre, puedan tocarlos,  morderlos y hacer lo que quieran con ellos.

¿Cómo es la relación de sus hijos con los libros?

Mi hijo mayor tiene una relación muy cercana con mi mamá: hacen películas y escriben historias. Él dice que tiene una editorial y a veces también le gusta hacer las veces de diseñador. Al chiquito, en cambio, le gusta mucho más la música y canta todo el día.

¿Leen en voz alta?

Leemos y cantamos todo el día porque los libros siempre están ahí, y porque cuando llego de trabajar vengo cargada de libros; de manera que estamos leyendo todo el tiempo.

¿Cómo es el proceso de selección de estas lecturas?

No tengo ningún proceso de selección porque considero que los libros no deben tener edades,  aunque si bien es cierto que a veces los niños no están preparados para ciertos temas, y uno es quien debe ir evaluando en calidad de mediador, a veces ellos son quienes nos deparan más de una sorpresa.

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Lo importante es ofrecerles la mayor cantidad posible de lecturas para que sean ellos mismos quienes decidan lo que quieren leer.

El libro, los libros

¿Un libro que haya llamado particularmente su atención?

Un clásico de muchas personas es Donde viven los monstruos, de Maurice Sendak. Y es que al igual que con la música, todavía no he llegado a descubrir todo el encanto de ese libro tan sencillo y a la vez tan complejo. Me gusta mucho también Ahora no, Bernardo de David McKee.

¿Y para adultos?

Me encantan las novelas, y recuerdo que entre los primeros autores que llamaron mi atención se encontraba Margarite Yourcenar, leía a Bukowski como loca e Italo Calvino también me encantaba. Además conté con la suerte que durante mi adolescencia se produjo el Boom de la literatura juvenil.

¿Quiénes han sido las principales influencias en su trabajo?

Jairo Ojeda, María Helena Walsh, Ruidos y ruiditos, mi abuela y mi mamá. Aunque también tomo elementos que no necesariamente hace parte del mundo infantil: la ópera –yo soñaba con ser cantante lírica, pero el pánico escénico no me dejó-.

La mayoría de escritores y artistas coinciden en destacar la importancia de la música en su trabajo. ¿Dónde está la magia?

Yo también me lo he preguntado muchas veces y la única respuesta que tengo es que la música es pura emoción; todos los seres musicales somos musicales y tenemos nuestro propio ritmo, hablamos con entonación y todo eso hace parte de lo que somos: voz y corazón.

A mí por ejemplo me encanta la música clásica pero también soy rockera, sé de escritores que son salseros y otros también más rockeros. Poesía y música están muy emparentadas, y aunque adoro compositores como Verdi y Puccini,  también me gustan Pixies, The Clash. En la casa es usual escuchar este tipo de bandas, junto con programas de ballet o de ópera, y es lo que hace a este ambiente algo totalmente distinto porque no es algo prestado ni obligado, sino que hace parte emocional del entorno.