25 de abril de 2024

Sí hay por quién votar

4 de marzo de 2014

Antes de marcar el tarjetón, cada ciudadano está en la obligación de realizar una evaluación rigurosa de las hojas de vida de los candidatos, y si este aspira a repetir, hay que tener en cuenta el trabajo legislativo en el tiempo que estuvo en el Congreso, la manera como votó en las iniciativas más polémicas, las investigaciones que se han abierto en su contra y si hay evidencias contundentes de que ha tenido o tiene vínculos con organizaciones ilícitas.

Muchos colombianos llevan sin embargo, esta pesquisa detallada al extremo generalizado de considerar que el Congreso entero está podrido y todos sus miembros son corruptos y delincuentes, de manera que no vale la pena votar por ninguno, ya que incluso, según esta manera de pensar, quienes nunca han sido parlamentarios tienen nexos con estos y han sido sus cómplices en su torcida actividad política, por lo cual deciden abstenerse, sin darse cuenta de que esta actitud es injusta con los políticos responsables e indicativa de un desinterés por la democracia y un argumento para que los grupos armados ilegales sigan justificando el uso de sus fusiles.

Entre los 2.441 aspirantes a ocupar las 269 curules de Senado y Cámara, hay muchos con buenas intenciones y que han demostrado a lo largo de su vida que les interesa el bienestar de los colombianos, además de haber mostrado un gran desempeño durante el tiempo que estuvieron en cargos públicos o privados. Seguramente encontraremos aspirantes honestos que tienen grandes y beneficiosos proyectos y la ilusión de verlos fructificar en pro de la población, especialmente la menos favorecida.

Hay que atender lo que dicen aquellos que no rehuyen el debate ideológico, los que no tienen detrás suyo a personajes dudosos, que están apartados de las roscas y el clientelismo y hablan siempre de cara al país.
Aunque en lugar de partidos tengamos en su mayoría empresas electorales, y aunque haya pocos proyectos políticos de profundidad defendidos por colectividades serias e íntegras, dentro de esos movimientos hay personas con capacidad y sustento ideológico firme, por los cuales vale la pena votar.

La democracia sobrevive si hay participación de la ciudadanía, si la población está dispuesta a involucrarse en las decisiones que la afecten.
Busquemos participar en las elecciones con criterio optimista y votemos en el debate electoral del próximo domingo, derrotando el flagelo que más alimenta a la corrupción y a la delincuencia: ¡la indiferencia!

El Universal/Editorial