Las vanidades politiqueras de Santos y Uribe
Tal vez distraído o bastante ajeno a lo que está sucediendo en Colombia, Alvaro Uribe hace el show de estar dispuesto a regresar al congreso con los mismos huevos pero ahora tan hueros que no le servirían ni para una changua si es que lo dejan entrar al restaurante senatorial.
Uribe, en los extravíos de sus pares craneanos, no ha logrado percibir que esos huevos nunca tuvieron una clara con la suficiente densidad, que protegiera las yemas, para que no se dañaran, para que no se corrompieran, lo que él llamaría la seguridad de los huevitos que luego presentaría como una seguridad, tan inexistente que no pudo ganar el nombre de tal.
Uribe, distraído, igual que el Santos señalado como sucesor. Ambos dan la impresión de vivir en el corral de los que siempre parecieran y aunque se muestran distantes por vanidades politiqueras, la verdad es que están unidos por la práctica de un Ne-U-Liberalismo a ultranza y despiadadamente desmedido.
El país que se descompone
Los dos –que no admiten haber perdido la vigencia por tener comportamientos hoy inaplicables– no perciben el viento de la crisis que les golpea el rostro. Parecieran creer que, el uno comprador de los huevitos y el otro heredero de los hueros, han conseguido que en el país haya seguridad, cohesión social y confianza inversionista. Parecen hipnotizados.
El país se descompone ante los ojos de ambos. No puede haber nada de lo que cree Santos que le dejó Uribe mientras no haya paz. Ni confianza inversionista, ni cohesión ni seguridad. Solo incertidumbre, y desconfianza en los que tienen el poder.
El campo está en crisis por la indiferencia de todos los santos oficiales, y la ciudad también, tratando de sobrevivir con mediocres industrias acosadas y a punto de ser desnucadas por la calidad y los buenos precios de los productos chinos. Tratando de sobrevivir con las fantasías que despiertan en la comunidad la presencia de negocios de extranjeros que vinieron aquí, protegidos tributariamente por el gobierno, y los adquirieron sin hacer nada más. Sin crear un empleo más.
San Andrés y las culpas nunca aceptadas
Santos y Uribe parecieran no comprender que la Colombia presente no es la de hace quince años, cuando quedó en manos de Andrés Pastrana, tan distraído como ellos, en el caso de los entornos de Serrana, por ejemplo, donde, por culpa no aceptada de los tres, Colombia perdió para toda la vida 74 mil kilómetros cuadrados de aguas enriquecedoras para quien las sepa aprovechar así tenga que acudir a una asesoría-alianza con la Rusia capitalista.
Parecieran no entender que por ser omitentes los tres, le abrieron las puertas a las ansiedades expansionistas de Ortega-Nicaragua sobre lo que ha poseído Colombia, aunque abandonado, en la miseria, en el amoroso mar Caribe. Y parecieran no saber que frenar eso puede ser fácil, si a la isla se le hiciera un Plan de Ordenamiento Territorial que le permitiera urbanizarse, atraer inversionistas nacionales e internacionales, sin caer en la estupidez de Cartagena de convertirse en una mole de cemento, con un acueducto-alcantarillado sobre la envolvente vía de un recorrido de apenas 28 minutos, lo cual permitiría la construcción de muchos conjuntos cerrados con cabañas de dos pisos llamando y ofreciéndolos a miles de turistas nacionales, latinoamericanos, estadounidenses, europeos y asiáticos.
Un baldío no repartible
Los tres han visto siempre a la Isla como un baldío no repartible, razón por la cual los jueces de La Haya se atrevieron a darle a Nicaragua la propiedad de los entornos, dejando a los cayos en una cárcel de aguas nicaragüenses.
El del Caribe, y lo que en un futuro puede suceder, es uno de los problemas más grandes que tendrán que afrontar Santos y Uribe en la campaña que ya está encima, y ellos saben que muchos les van a enrostrar las negligencias e indiferencias.
El Presidente puede sentirse bien con un cacerolazo que organizaron los isleños pobres y hambrientos contra Nicaragua porque no tienen para donde arrancar y porque, tal como lo describía Simón Bolivar hace doscientos años hablando de unos granadinos, todavía sufren el “apego forzado por el imperio de la dominación” que para ellos son los gobiernos con asiento en Bogotá.
La tozuda indiferencia
Y es que Santos y Uribe parecieran creer que pueden seguir siendo indiferentes al que puede ser el más grande problema de Colombia. El de la tierra, su tenencia, su pertenencia, los tributos y los destinos que se le deben adjudicar a cada lugar, al lado del problema que ya se despierta con un visible protagonismo de los campesinos, los que cultivan lo que comen las ciudades, campesinos que ya nunca reversarán, como dicen quienes mejor los conocen y que en ciertos casos dan la sensación, como aseguraría el mismo Bolivar en sus tiempos, de querer “la resolución de vengar a sus antepasados, o seguirlos al sepulcro”….mientras el gobierno de Juan Manuel Santos, de raices boyacense, trata de “retener a su propio pueblo en una violenta obediencia”. (Elkin Mesa /Elkinenpantalla.blogspot.com).
TOLON TILIN
La historia les pasará cuentas, a su debido momento, a los presidentes Santos, Uribe y Pastrana por haber incurrido en miopía extrema, en detrimento de los más caros intereses de la Patria. Seguro que sí!