28 de marzo de 2024

Las frases dudosamente célebres

6 de abril de 2013

“Perdimos porque no ganamos”. (Ronaldo).

“Estábamos de cara a la pobreza, afortunadamente dimos un giro de 360 grados”. (Anónimo)

“No se acaba hasta que no se acaba”. (Leonel Alvarez).

«Pinto casas a domicilio». (Anónimo).

“El peronismo ganará conmigo o sin migo” (Herminio Iglesias).

“No he cometido ningún delito, lo que hice fue no cumplir la ley” (Jennifer López).

“¿Alguien sabe en donde se hará el festival de Cannes de este año?” (Christina Aguilera).

“Las películas de hoy en día son muy raras, te hacen pensar”(Britney Spears).

“La marihuana da celulitis”. (Natalia Paris).

“El fumar mata y si te mueres has perdido una parte muy importante de tu vida” (Brooke Shields).

“Voy a viajar a Roma, porque es la tierra donde nació nuestro Señor Jesucristo” (Una candidata del Chocó a Miss Colombia).

“Es un inexperto, pero es experto por todo lo que ha vivido” (Steve McLaren)

“23 años es viejo, es casi tener 25, que es como estar entre 20 y 30″ (Jessica Simpson).

“A veces en el fútbol, tienes que marcar goles”( Thierry Henry).

“Un hombre debe oler a hombre. Hace 20 años que no uso desodorante” (Matthew McConaughey).

“Ni nos beneficia ni nos perjudica… sino todo lo contrario” Luis Echeverría Álvarez, ex presidente de México (1970-1976)

“La mayoría de nuestras importaciones vienen de fuera del país” (ex presidente George Bush).

«Es hora de que la raza humana entre en el sistema solar»(el mismo burrito  George Bush

Dos más del mismo autor; «Si no tenemos éxito, corremos el riesgo de fracasar»… «Nosotros estamos preparados para cualquier imprevisto que pueda ocurrir o no.

LA VEJEZ QUE LLEGÓ EN TRES ACTOS

Sin haberse puesto de acuerdo, la taquillera de un teatro, dos lindas universitarias y un ciclista, en tres actos diferentes, incorporaron en un tiempo record al imaginario Club de la Ancianidad, al docente emérito Leonardo Calle, apodado “El muchacho feliz”, por su costumbre de vivir siempre alegre y sonriente.

Acto I: El primer episodio ocurrió en la ventanilla del cinematógrafo de su barrio y fue sencillo y tajante: la taquillera le notificó que en adelante no pagaría por su boleto los $5.000 de costumbre sino la mitad, porque había quedado clasificado entre los clientes de la tercera edad que frecuentaban esa sala que está  en el mismo  entorno de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.

La dura noticia –torpemente dada- lo aturdió y lo dejó como si fuera de piedra.  Consideró que era una rebaja con ofensa incluida.  Su ego se derrumbó y quedó de recoger con cuchara.

Se preguntó cómo era posible que le dijeran viejo, si le faltaban seis meses para cumplir los 60 abriles; era un jubilado fuerte como un caballo y vivía orgulloso con su metro con 90 de estatura.  Sintió  deseos de salir corriendo, pero no tenía alientos.  Como pudo, se metió a la sala.  Proyectaban “Hable con ella”, de Pedro Almodovar, pero el reconcomio no lo dejó concentrarse en la trama de la película del niño terrible del cine español.

El segundo acto

El segundo acto fue igualmente  doloroso: dos preciosas estudiantes buscaban acomodo en la sala y vieron dos butacas vacías al pie de Leonardo.  Sin ninguna perversidad, una dijo:  “Vení, sentémonos aquí con este viejito”.

En ese momento se apagaron las luces para dar comienzo a la función y el profesor Calle sintió ganas de ponerse a llorar o de largarse, sin ver su primera película con el amargo descuento del 50%.  Finalmente, decidió quedarse.  En la mitad de la proyección, la chica que estaba a su lado, al pasarle un confite de menta, le expresó:  “Tenga, cuchito, para que endulce la vida” .  Las tres mujeres –la taquillera y las dos universitarias- le acababan de demostrar que en el invisible calendario del alma de que  hablara  el maestro Manuel Mejía Vallejo, el suyo había sido un día negro, de eclipse total,  No lo podía creer: Ya era tratado como un venerable anciano o un mueble viejo y su vida, en adelante, no sería la misma.  ¡Le había llegado la longevidad por ventanilla!

El acto tercero

De regreso a casa, iba tan retraído, tan sumergido en su drama, que por poco lo atropella un ciclista.  “Cuidado, abuelo”, le gritó el joven, al esquivarlo.  Este incidente se sumó al drama de nuestro hombre.  Quiso tomar el calificativo como una broma cruel; recordó que no tenía nietos, porque sus tres hijos permanecían solteros y se dijo:  “menos mal que el de la cicla casi me arrolla, no me llamó catano, carroza o dinosaurio”.

Cuando llegó a su hogar, después de semejante matiné, su mujer (maestra pensionada, como él), no adivinó que Leonardo estrenaba infierno interior.  Se negó a comer y se metió en el cuarto de estudio, a  pensar,  a rumiar sobre lo que sería el resto de su vida, después de los episodios con la taquillera, las vecinas de butaca y el ciclista todo terreno.  No pegó el ojo en toda la noche.

A la mañana siguiente el derrumbe continuó su marcha inexorable  hacia no se sabe dónde.  Rehusó madrugar a dar la saludable caminata de siempre.  Habló poco.  No encendió la radio para saber qué pasaba.  Evitó rasurarse para no verse en el espejo Pese  a todo, la esposa seguía sin notar el cambio de comportamiento de  su hombre que ya no se consideraba “El muchacho feliz”  sino “El viejo infeliz”  o “Leonardo, el otoñal”.

Tolón Tilín

Matusalén, el personaje bíblico legendario por su extraordinaria longevidad, puesto que el Libro del Génesis le atribuía la friolera de 969 años, vivía feliz y dichoso, porque sus amigas le decían que apenas aparentaba 750.