29 de marzo de 2024

Petro y la «dama de cabellos ardientes»

12 de agosto de 2012

oscar lizcanoLo había invitado la Junta Directiva. Barba Jacob subió al proscenio tambaleándose, pues minutos antes había consumido marihuana. Tras un prolongado silencio, dijo: “Jesucristo nació en un pesebre. ¡Ah!, carajo, de donde menos se piensa, salta la liebre”. Salió del recinto dejando desconcertado al auditorio, cuyos asociados habían pagado una considerable suma por escucharlo.

Por esa época, en el Club Unión, algunos jóvenes se reunían para consumir marihuana, en parte, ante la indiferencia de sus padres y del propio Estado. Era “la dama de cabellos ardientes”, como la llamó Barba Jacob en sus versos. Más tarde, cuando se fue criminalizando el consumo en los barrios pobres, fue el propio Estado quien empezó a judicializarlo severamente. Lo paradójico es que en vez de reducirse ha crecido considerablemente, siendo un factor causante de innumerables hechos de violencia.

Ahora, el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, sugirió suministrar medicamentos que moderen el síndrome de abstinencia en los enfermos y crear “centros de consumo controlado”. Tras la declaración, no faltaron los comentarios de los mojigatos. “Petro se la fumó verde”, dijo el Procurador General.

“Verde” se la habrá fumado también Françoise Barré-Sinoussi, premio Nobel de Medicina del 2008. En 2010, en compañía de destacados científicos del mundo, sugirió una propuesta audaz de salud pública, diferente a la fracasada y represiva política antidrogas.

Los centros de consumo controlado propuestos por Petro -que aunque parecidos, no tienen que ver con muchas discotecas capitalinas-, constituyen una escandalosa propuesta para un país conservador e hipócrita, en donde se estigmatiza al consumidor y se tolera al que produce la droga, al narcotraficante.

La propuesta incluye crear un sistema para ‘drogadependientes’, centrado en la atención de la salud; la prevención de delitos, muertes por sobredosis y riesgos asociados al consumo, como la transmisión del VIH, situación que se da por compartir jeringas.

Cerca del 10 por ciento de los colombianos, entre los 12 y 65 años, confiesan haber probado alguna vez drogas ilícitas. El Fiscal General, el Director de la Policía, y otros, miran la propuesta como una de las estrategias para disminuir el consumo de drogas. A mi juicio, se debe estudiar la posibilidad de que el Estado sea quien suministre la droga bajo un estricto control médico en los centros, acompañando a los adictos en su rehabilitación. Se enfrentaría el microtráfico y se evitaría el riesgo de que un adicto busque financiar su adicción a través del crimen.

Si esto se trata como un problema de salud pública, evitaríamos el dolor y sufrimiento de innumerables familias. Esta situación les da a nuestros hijos tres únicas posibilidades: morir, la cárcel o el manicomio. No hay cosa más dolorosa que la pérdida de un ser querido a causa de la drogadicción.

La propuesta de Petro, que debería analizarse con cabeza libre de mojigaterías, tiene sustento en serios estudios que se han realizado en Portugal, Holanda y Suiza, donde no se judicializa al consumidor, sino que se atiende al paciente golpeando al narcotráfico.