28 de marzo de 2024

El arma de los indígenas es la unidad

15 de julio de 2012
15 de julio de 2012

En el año 2000 sacaron los laboratorios de cocaína de los  narcotraficantes en 9 veredas del municipio. En el año 2009 les quitaron y quemaron los tatucos (explosivos hechizos no convencionales) de la guerrilla de las FARC. En ese mismo año la guardia indígena evitó que la guerrilla secuestrara a tres administrativos de la alcaldía de ese  municipio.

Sus luchas se han visto muchas veces opacadas por la guerra. La guerrilla los trata de colaboradores del ejército y la fuerza pública de milicianos de las FARC. Además, hablar duro a los dos bandos los convierte en varias ocasiones en carne de cañón y deben pagar con sus vidas el precio de su lucha.

El 2 de septiembre  de 2006, en la vereda Zumbico de Jámbalo muere Wilder Fabián Hurtado, un niño de apenas 7 años por causa de  una granada que lanza la fuerza pública desde el casco urbano de Jambaló. En el año 2009 asesinan a Marino Mestizo, líder indígena. En Marzo de este año  asesinan a Milciades Conda, guardia indígena. Ambos asesinados por la guerrilla de las FARC.

Cansados de la guerra, el pasado  8 de marzo, 500 indígenas de este resguardo, acompañados por otros resguardos vecinos  hicieron un recorrido de 100 kilómetros. Salieron  desde Santander de Quilichao y pasaron por los municipio de Caloto y Toribio hasta llegar al resguardo indígena de Pitayó en el municipio de Jambaló. En cada reten militar y en cada sitio donde estaba la guerrilla dejaban clara su  posición de autonomía y de rechazo a la guerra.
Pero pareciera que estas acciones pacíficas y de defensa de la vida no tienen eco en los oídos del gobierno y de los altos mando de la guerrilla. La respuesta del gobierno colombiano ha sido cambiar la estrategia para combatir a la insurgencia.

Esa estrategia ha sido la de  aumentar  más fuerza pública, instalar los puestos de policía en medio  de la población civil, aumentar la red de informantes y cooperantes, incrementar las trincheras  en el centro de los cascos urbanos e instalar los  batallones de alta montaña.

Estas estrategias solo sirven para involucrar a la población civil en la guerra.  Mientras el ministro de defensa Juan Carlos Pinzón dice por todos los medios masivos  que la fuerza pública cuida a sus habitantes, la  realidad que vive la población civil en el norte del Cauca es otra.

En un cerro que se impone al casco urbano de Jambaló, se encuentra Loma Larga, una comunidad con  380 habitantes, todos de la etnia indígena Nasa. Ellos viven dedicados al cultivo de fique, papa, cebolla y trigo. Hasta esta comunidad han llegado los vientos de la guerra. A pesar de que es un lugar frio, la zona se calienta, pero no por el sol sino por las metrallas que  no dejan vivir en paz a sus habitantes.

Desde el pasado 3 de julio esta comunidad  interrumpió  sus actividades diarias debido a las  ráfagas y a las explosiones de los combates  entre el ejército y la guerrilla. Ese día fueron derribadas 2 torres de telefonía celular que rodean el territorio. Desde ese momento el sonido de las bombas y de las metrallas no se detiene ni de día ni de noche. En una pequeña escuela de la misma vereda tuvieron que concentrarse la mayor parte de sus habitantes. Allí duermen 256 personas, entre niños, jóvenes, mayores y ancianos.
Por las mañanas salen en grupos hacia algunas fincas cercanas para regresar con  alimentos que les permitan comer durante el día. Pero tienen que volver rápidamente porque la presencia de los helicópteros les da la certeza de que corren un peligro inminente.

Durante el transcurso del día no les queda otra opción más que contemplar el “espectáculo” de la guerra que se sobrepone sobre  ellos. La gente se sienta a ver a los helicópteros que vuelan sobre sus cabezas lanzando metralla en las lomas vecinas. Allí se encuentra la guerrilla que responde con disparos intentando derribarlos. El rostro de las personas combina el temor con la tristeza de ver sus hogares convertidos en escenarios de una guerra que no les pertenece y de la que nunca han formado parte.

El día 11 de julio, mientras el presidente Juan Manuel Santos se encontraba en Toribío anunciando la presencia de más fuerza pública en la zona, esta comunidad observó la caída de un avión Super Tucano en una de las lomas que la rodean. Así lo cuenta una mujer, madre de 2 niños que vivió lo ocurrido: “nosotros habíamos terminado de almorzar cuando vimos algo que cayó al frente. Se escuchó que explotó muy fuerte y nos asustamos mucho. Entonces salió la guardia indígena para ayudar a la gente que se encontraba allí. Pero cuando llegaron al sitio ya estaba lleno de guerrilleros que no los dejaron pasar. La guerrilla se llevó uno de los cuerpos y al otro lo dejaron allí porque estaba muy mal, estaba en pedazos. Entonces, de repente, empezó a llover. Mama Kiwe lloró porque llenaron su cuerpo de sangre”.

Los medios de comunicación masivos llegaron para registrar este hecho pero se fueron inmediatamente. La comunidad concentrada en la escuela ahora soporta con mayor intensidad los combates. Desde que cayó el avión, el sonido de las balas se ha incrementado y los helicópteros no se detienen en ningún momento.
La comunidad se reúne por las tardes para proponer las acciones que deben hacer. “Nosotros nos organizamos diariamente para alimentarnos y para cuidar que nuestros niños no se enfermen. Hay 15 mujeres embarazadas y hay cerca de 30 ancianos. Debemos trabajar juntos para protegerlos porque el sonido de las bombas puede afectarlos” dice un guardia indígena.

Esta es la guerra que se roba un proceso milenario. La comunidad de Loma Larga dice que se va a quedar porque esa es su tierra. Ante las afirmaciones del presidente Juan Manuel Santos en donde dice que no va a desmilitarizar un solo centímetro en el Cauca ellos dicen “el presidente puede decir lo que quiera. Todos los armados se tienen que ir. Nuestros mayores han resistido 520 años, nosotros hemos dicho aquí  nacimos y aquí nos quedamos, vamos tras las huellas de los mayores”