28 de marzo de 2024

¿Se debe cambiar de nombre a las Fiestas de la Cabuya?

20 de junio de 2012
20 de junio de 2012

jose miguel alzateTambién lo ha hecho Uriel Ortiz Soto, que semanalmente escribe una columna en la versión en Internet de El Espectador. Todos coinciden en que es necesario cambiarle el nombre a las festividades que este año llegan a su XXII versión. Y proponen nombres como Fiestas del Talento Aranzacita, Festival del Caballo, Fiestas de la Esperanza o Festival Juan Crisóstomo Osorio.

Pues bien: creo necesario terciar en esta polémica. Sobre todo porque se está hablando de una festividad que le da identidad a Aranzazu. Las Fiestas de la Cabuya se crearon en el año 1956. La primera reunión para organizarlas se celebró en el interior del Bar Capri, que funcionaba en los bajos del Palacio Municipal. Fue un domingo a finales de 1955. Tomás Botero Peláez iba para misa cuando, al mirar hacia el interior del establecimiento, vio sentados alrededor de una mesa a Ancízar Muñoz Echeverri, a Eduardo Mejía Rojas, a José Luis Ramírez Arcila y a Hernando Jaramillo Echeverri. Inmediatamente lo llamaron para que se acercara. Después de sentarse lo primero que le dijeron fue: «¿Por qué no organizamos aquí las Fiestas de la Cabuya?».

Desde ese ya lejano año, las Fiestas de la Cabuya se convirtieron en el evento carnestoléndico más importante del municipio. Por esta razón, su nombre está arraigado en el alma de los aranzacitas. Pensar, entonces, en un cambio, es un proceso que necesita apoyo popular. Por varias razones. La primera: es difícil venderles a los aranzacitas residentes en otras ciudades la idea de unas fiestas que no lleven el nombre tradicional de la cabuya. La segunda: ya se han hecho intentos por cambiar el nombre. Pero se tropieza con la apatía de los ciudadanos. La verdad es que los aranzacitas no responden cuando se les habla de  otro tipo de fiestas. Definitivamente, están identificados con las Fiestas de la Cabuya.

Estoy de acuerdo con quienes sostienen que ya la cabuya no tiene una connotación económica importante como para seguir rindiéndole culto a través de unas festividades que convocan en el municipio a los hijos ausentes. Pero comparto la preocupación del alcalde Gabriel Zuluaga Montes en el sentido de que si se les cambia de nombre pocos aranzacitas visitarán el espacio de su infancia para disfrutar de unas fiestas que no los convoca. Así las cosas, me parece que fue afortunado iniciar el proceso de cambio de nombre agregándole el complemento “y del Paisaje Cultural Cafetero”. Este complemento le abre nuevas perspectivas a las fiestas.

A mi también me llama la atención el cambio de nombre para las Fiestas de la Cabuya. Aranzazu debe renovarse en este sentido. Sobre todo cuando es verdad revelada que ya la cabuya no se cultiva tanto como se hacía en los años cincuenta del siglo pasado, cuando se institucionalizaron las fiestas. Ahora el fique no se comercializa de la misma forma. Las fibras sintéticas han desplazado el uso de este material para la elaboración de costales. Y las artesanías en cabuya no tienen un mercado que asegure rentabilidad al producto. César Montoya Ocampo tiene razón cuando afirma que el fique es cosa del pasado. Sin embargo, el nombre Fiesta de la Cabuya todavía despierta el sentido de pertenencia entre los aranzacitas.

Para cambiar el nombre tradicional de nuestras fiestas debe darse un debate abierto, donde todos los aranzacitas expresen su opinión frente al tema. La junta organizadora ha acordado que, para las próximas fiestas, se realice un foro donde la gente opine al respecto. Al final se someterá el cambio de nombre a una especie de plebiscito, a través de un cupón, para que los asistentes expresen si están de acuerdo. Sin embargo, César Montoya Ocampo piensa que el cambio debe darse mediante decreto. Y propone que se adopte el nombre de Fiestas del Caballo por la trascendencia que las cabalgatas y la Exposición Equina han alcanzado como evento que reúne en Aranzazu a aficionados de diferentes ciudades de Colombia.

Yo me inclino más por el nombre que finalmente se aceptó como complemento al de Fiestas de la Cabuya: Fiestas del Paisaje Cultural Cafetero. Este nombre nos permite aprovechar la coyuntura creada con la declaratoria del municipio como integrante de los pueblos productores del grano que la Unesco declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad. Debemos tomarles la delantera en este sentido a los demás municipios, y apropiarnos de este nombre para darle identidad regional a nuestras fiestas. Además porque el Gobierno Nacional está interesado en hacer inversiones importantes para la consolidación del paisaje cafetero como atractivo turístico. Se podrían presentar proyectos ante el Ministerio de Turismo para consolidar las fiestas con este nombre.