28 de marzo de 2024

Las nuevas jornadas del movimiento estudiantil

30 de noviembre de 2011
30 de noviembre de 2011

Es la consecuencia de la catástrofe económica que se inició a finales de 2007 en los países más poderosos, empezando por Estados Unidos y Europa. Pero, también, es la respuesta de los jóvenes desilusionados con la crisis del sistema capitalista que disparó el desempleo; los desencantados acudieron a las redes sociales y salieron a las calles a protestar contra el resquebrajado modelo económico. Es el fenómeno conocido con el nombre de los “Indignados” o el descontento de los jóvenes, que tiene la consigna de “Unidos por un cambio global”; el movimiento produce pánico en el sector financiero y su llegada a Wall Street, el cerebro de la catástrofe de la actual crisis, tiene en ascuas a la clase política de ese país.

La difícil situación se generó por las presiones del capital financiero y la cadena se rompe por el eslabón más débil. Aquí encaja el caso de los “Indignados” chilenos; allí los estudiantes llevan seis meses luchando por educación gratuita, y ya lograron bajar abruptamente la popularidad de su presidente, por un gigantesco movimiento de protesta que no se veía desde hacía muchos años.

Y si miramos a los “indignados” estudiantes colombianos encontramos también el “apretón” ordenado por el capital financiero; las orientaciones de las instituciones crediticias internacionales apuntan a privatizar la educación superior, dentro del engranaje de la globalización neoliberal. Durante los ocho años de anestesia uribista, cuando el país estaba polarizado entre buenos y malos, el movimiento estudiantil permaneció silenciado, además desconocía la historia. Pero las protestas estudiantiles, que vienen agitando las ciudades desde el principio del año, nos recuerdan el gigantesco movimiento de los estudiantes hace 40 años.

La lucha estudiantil de 1971

Desde los primeros meses del gobierno de Misael Pastrana hubo un auge del movimiento huelguístico en todo el país y, en este ambiente, el estudiantado de la Universidad del Valle realizó unas jornadas de protesta para pedir la renuncia del rector y rechazar las condiciones de los créditos otorgados a la institución, por organismos internacionales. El 26 de febrero la Fuerza Pública se tomó la Universidad y, como consecuencia de los disturbios que se generaron,  fueron asesinados 15 estudiantes. A partir de este momento hubo marchas de protesta en Cali, Bogotá, Medellín y Bucaramanga.

El Gobierno no pudo controlar el orden público y decretó el Estado de Sitio y el toque de queda; la Universidad Nacional llamó a la solidaridad con los compañeros y el movimiento tomó dimensión nacional. Los estudiantes le exigieron al ministro de Educación, el joven liberal Luis Carlos Galán Sarmiento, un acuerdo universitario nacional conocido como el “Programa Mínimo”, aprobado por 27 universidades. Dicho programa buscaba una administración universitaria de responsabilidad compartida entre estudiantes y profesores  (una especie de cogobierno), dirigido a la supresión de la figura del Consejo Superior y al  control por el Estado de las universidades privadas y de los créditos de organismos internacionales.

El ministro Galán tuvo en cuenta algunas de las exigencias de los estudiantes en el Proyecto de Reforma Universitaria que presentó al Congreso, pero fue bloqueado por las asociaciones de defensa de la educación privada y por la mayoría de los congresistas; como consecuencia el Ministro de Educación presentó la renuncia. Así culminó el año, con un movimiento universitario que se le salió de las manos al gobierno nacional.

Las jornadas de hoy

Las protestas estudiantiles ya completan ocho meses, desde que el presidente Juan Manuel Santos anunció, en marzo, su proyecto de reforma a la educación superior; en ese momento el Gobierno planteó la meta de crear nuevos cupos de pregrado y posgrado, aumentar los recursos para las universidades públicas y la necesidad de crear universidades con ánimo de lucro. De este modo aparecía la educación superior como un negocio; mientras tanto el proyecto se “armó” sin consultar a la comunidad universitaria. Como respuesta llegaron las manifestaciones contra la política educativa; las jornadas de protesta del 7 de abril, en las principales ciudades, demostraron que se estaba conformando un gran movimiento contra la reforma a la Ley 30 de 1992.

Lo que hizo el Gobierno con su proyecto de Reforma a la Educación fue sacudir a los estudiantes, motivarlos e impulsarlos a la organización nacional. En abril de 2010, en un encuentro en Manizales, se habló de la creación de una mesa nacional para impulsar lo que llamaron Unidad de Acción, con el fin de coordinar las movilizaciones y pensar la universidad que todos querían. Pero hubo que esperar hasta los días 20 y 21 de agosto de 2011, para hacer realidad la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE). Después llegaron las protestas y marchas de octubre. Miles de estudiantes se movilizaron utilizando nuevas formas de expresar su inconformidad: cantos, bailes y abrazos; en todo caso sin violencia. Luego vino el “reversazo” a la reforma educativa; el presidente Santos expresó su voluntad de retirar el proyecto e “iniciar un diálogo constructivo y democrático, siempre y cuando vuelvan los estudiantes a clases y el cese de actividades no opere más”. Pero los estudiantes encontraron esta propuesta como una jugada del Presidente para quitarle fuerza al movimiento.
Y llegaron las multitudinarias marchas del 10 de noviembre en numerosas ciudades. Las nuevas formas de protesta dieron fuerza al movimiento: abrazos y claveles a los policías antimotines, besatones, marchas de antorchas, comparsas y disfraces; fue impresionante la toma de Bogotá.

Por ahora los estudiantes hicieron  retroceder al Gobierno debido a la fuerza de la unidad. Les queda seguir canalizando el descontento; en la organización está la clave y la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) es un buen ejemplo.