29 de marzo de 2024

Luto en la canción romántica

10 de septiembre de 2011
10 de septiembre de 2011

Se sigue desgranando paulatinamente la mazorca del bolero criollo. Se les adelantaron en la partida al vallecaucano de “Espérame en el cielo”  y al boyacense de “La cruz de mi penar”, entre otros exponentes, los antioqueños Jaime R. Echavarría, el de “Noches de Cartagena” y “Cuando voy por la calle”; Conrado Cortés, el de “Arenas del desierto” y “Qué injusticia”; Jorge Ochoa, el de “Me da lo mismo” y “Entre espumas”; Evelio Pérez, el de los dúos formidables con la recordada Alba del Castillo, así como Gustavo López y Jairo Villa.    

Adquirieron, asimismo, tiquete sin regreso Matilde Díaz, la de “Te busco”; Lucho Ramírez, el de “Aquel”, Bonita” y “Muchacha de risa loca”; Carlos Julio Ramírez, con sus espléndidas versiones de lo mejor de las compositoras María Grever y Consuelo Velásquez; Régulo Ramírez, el de “Perdóname otra vez”; Lucho Vásquez, el del “Tren lento” y “El aburrido”; Lucía Herrón, la de “Amargura”; Raúl López, el de “Loca ansiedad” y “Qué nos pasó”?; Bob Toledo, quien se suicidó en la habitación de un hotel, en San Andrés; Tito Cortés, el de  “Diablo o Espíritu burlón” y “Reconciliación”, y el tenor Julio César Alzate.

De los cantantes de boleros que sobreviven figuran en nuestra libreta de apuntes el bogotano Víctor Hugo Ayala (1934) que se mantiene vigente, en los escenarios y en la vida social; el barranquillero Nelson Pinedo, intérprete de aires alegres con la Sonora Matancera y de la mejor versión del monumental bolero  “Borrasca”, radicado hace tiempo en Caracas; la paisa Ligia Mayo, la de “Con toda el alma” y “Lejos de tí”; (1932); Claudia de Colombia (1952); Dione Restrepo, la de “Delito”, (1935); Carlos Arturo (González), el de “Evocación”; Tony del Mar, el de “Sed de oro”; Alci Acosta, el de “Traicionera” y “No renunciaré”; Jaime Hernández (1925), solista e integrante del Quintero Dalmar, lo mismo que José Luis Escobar; Ricardo Fuentes, el de “Cuánto te debo”?; Hernando Muñoz; Nubia Ordóñez, quien perteneció al elenco de cantantes de la orquesta Italian Jazz del caldense  Guillermo González Arenas. Desconocemos el rumbo que hayan tomado  Lucho García, Raúl del Valle, Uriel Mejía, Alfonso Restrepo, Luis Angel Mera y Billy Bedoya.

Manizales tuvo su gran bolerista, de un solo disco, que fue número uno en las listas de éxitos de su época: El malogrado Carlos Tobón, cantante (y de los buenos) de la Sonora Universitaria, con “Pecador”, vibrante tema de su autoría, que reposa en la opulenta discoteca de “El Sitio”, de   Jairo Arcila Arbeláez, cercano a la llamada “Curva de Fausta”.

El abogado, poeta y periodista Augusto León Restrepo nos hace esta evocación de su amigo desaparecido:

“La familia Tobón Correa, de quien fui muy cercano, como que con Iván mi amigo suicida e inolvidable tuve oficina en Anserma, era privilegiada para la música y el canto. Iván, Pablo, que es odontólogo y Carlos, por quien me preguntas, eran las figuras envidiables en cuanta velada del Colegio de Cristo se programaba, además de repichingas y fiestas de la cocacolamenta manizaleña. Carlos Tobón Correa,  fue víctima de otro accidente existencial, según dicen. Dejó viuda a María Eugenia Botero Muñoz, hoy señora del abogado Efrain Zuluaga. «Si amar es un pecado, quiero ser pecador, si amar es sacrilegio, sacrílego soy…» ¡Carambas! casi se me salen las lágrimas de la nostalgia…. Cosas de viejos”.

La apostilla: El verdadero nombre de Alberto Granados, (Luis Bertulfo Giraldo)  que el cantante consiguió ocultar durante toda su vida, por lo feíto, se lo reveló en vida a su amigo personal, Jaime  Rivera Cosme, quien le soltó la primicia al colega Jorge Enrique Giraldo Acevedo. Lo dice el  conocido refrán: “Entre cielo y tierra, no hay nada oculto”. Mueren los cantantes, pero no muere el bolero y brotan los secretos más bien guardados.