28 de marzo de 2024

Una filosofía, contar-contar con, un titular, matria

30 de junio de 2011
30 de junio de 2011

Dicen que la memoria es la facultad que todo lo olvida, definición comprobada por la siguiente afirmación del padre Alfonso Llano Escobar: “Horacio descuella entre todos por sus inspiradas odas (…). Fue el poeta del disfrute de la vida: “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. (El Tiempo, V-12-11). Decir esto, además de ser una falsedad, es una calumnia, porque el poeta Horacio en casi todas sus obras (odas, sátiras y epístolas) recomendaba la frugalidad en la comida y bebida, y la templanza en todo. Precisamente, el argumento de la Sátira II es éste: “En persona del poeta Ofelo alaba Horacio la templanza, probando con razones y experiencia que es provechosa para cuerpo y alma. Dice que el no observar los hombres moderación en la prosperidad es causa de sentir más los trabajos en la adversidad; y concluye que ninguno tiene propiedad ni señorío en las cosas de esta vida” (Tomado del libro “Autores selectos de la más pura latinidad”, París, México, 1882). La frase que el padre Llano le atribuye al poeta latino es, según muchos, uno de los lemas del epicureísmo (“Refinado egoísmo que busca el placer exento de todo dolor, según la doctrina atribuida a Epicuro”). Pero, no, aunque muy conforme con su doctrina,  esta creencia es también inexacta. Aparentemente, el jesuita Llano Escobar no leyó la primera carta de San Pablo a los Corintios, u olvidó algunos de sus versículos, que, textualmente, dicen: “Os aseguro, hermanos, por la gloria que en vosotros tengo en Cristo Jesús, nuestro Señor, que cada día estoy en trance de muerte. Si por solos motivos humanos luché con las fieras en Éfeso, ¿qué me aprovechó si los muertos no resucitan?; comamos y bebamos que mañana moriremos” (XV, 31, 32). El dicho no es original de San Pablo. Ocho siglos antes, aunque en otro contexto, lo usó el profeta Isaías. En la Vulgata, traducción latina que San Jerónimo hizo de la Biblia, cambia únicamente el verbo ‘comer’. En efecto, en San Pablo se lee: “Manducemus et bibamus, cras enim moriemur”; en Isaías, en cambio, dice: “Comedamus et bibamus, etc.” (XXII, 13). Cualquiera, pues, padre, menos Horacio. ***

¿Cuán importante es una preposición? Tanto, que su ausencia le cambia por completo el sentido a una oración. Por ejemplo, es muy distinto decir “cuente esto” que “cuente con esto”. En la sección de LA PATRIA, “He dicho”, citan estas palabras del presidente Juan Manuel Santos, tomadas de su discurso durante el homenaje al periódico por sus noventa meritorios años: “Ustedes pueden contar que esa vía se va a hacer” (VI-12-11). Es decir, que ustedes pueden comunicarle a quien quiera escuchar que la vía prometida será un hecho. Pero, ¿sí sería esto lo que el Presidente quiso decir? ¿No sería, más bien, que los manizaleños podíamos estar seguros de que la esperada vía será realidad uno de estos días? Si tal fue su intención, debió expresarla así: “Ustedes pueden contar CON que esa vía se va a hacer”. Como yo ni escuché ni leí el discurso, ignoro si el Presidente se expresó así, o cuál fue el contexto de su frase. De todas maneras, aproveché la coyuntura para hacer hincapié en la importancia de las preposiciones y, de paso, llenar espacio. ***

Si la interpretación que expuse de las palabras del presidente Santos es la precisa, su texto es incorrecto, como lo es el del siguiente titular de LA PATRIA: “El acoso sexual es parte del trabajo de camarera” (VI-9-11). ¿Quiere decir esto que, como una de sus obligaciones, las camareras tienen que acosar sexualmente a los huéspedes del hotel? Evidentemente, no, pero es lo que textualmente dice el titular, como si dijera, por ejemplo, “tender las camas es parte del trabajo de camarera”. Esto es que tanto ‘acoso’ como ‘acosar’ entrañan actividad, no pasividad. El titular debió, entonces, ser redactado de manera diferente, por ejemplo, “ser acosada sexualmente es una de las desventajas del trabajo de camarera”,  como lo expresa muy bien el texto de la historia: “Este caso (el del presidente del FMI) fue extremo, pero sí, no es raro que las camareras sean acosadas y hasta agredidas” (Ibídem). Como no es raro encontrar titulares descuidados en los periódicos. ***

La señora Florence Thomas, feminista si las hay, hizo que nuestro idioma se volviera farragoso con su detestable “lenguaje incluyente” (‘niños y niñas, amigos y amigas, colombianos y colombianas’), desautorizado por la Academia de la Lengua, pero practicado inclusive por escritores que deberían conocer el almendrón. En su última contribución al periódico El Tiempo, empezó otra campaña para borrar del diccionario la palabra ‘patria’, quizás porque viene del latín ‘pater, patris’, ‘padre’. Así se expresó: “…y mi tierra de adopción, esta que considero una matria que me ha acogido durante 44 años…” (VI-8-11). ¡Cómo le parece! De manera, pues, que de ahí en adelante, cuando nos refiramos a España, ¿tendremos que decir “nuestra madre matria”?. Y es casi fijo que habrá despistados que la imiten. ¡Póngale la firma!