28 de marzo de 2024

El paisa universal

12 de junio de 2011
12 de junio de 2011

“Por el trapiche que gime/ moliendo en la madrugada/ por la morena que cuenta/ sus penas a la quebrada/ por el grito del arriero/ que estremeció la montaña/ por la linda chapolera/ que se acurruca en las palmas/ canto este bambuco y brindo por la grandeza de Caldas”.

Bella exaltación de la raza, digna de compartir laureles con los inflamados cantos de bardos de la talla del pereirano Luis Carlos González y el ansermeño Guillermo González Ospina.

Un fiel enamorado de estas benditas breñas, el inspirado doctor Villegas (que siempre le declaró sus querencias, sin contraprestaciones, a la tierra del buen sabor) le compuso también un bambuco a la altiva capital caldense que no teníamos en nuestra colección musical. Las dos creaciones fueron grabadas por el Dueto de Antaño, en Discos Ondina, la desaparecida marca del pionero fonográfico don Rafael Acosta Salinas. Dice a la letra el himno que no conocíamos y que toca neuronas precisas de nuestra memoria:

A MANIZALES

Ciudad señora escogida/ luminosa Manizales/ Dios  en Colombia elegida/ en las noches  estivales/ te conquistan los luceros/ en un romance feliz/

y en la aurora  que acarician/ las blancas manos del ruiz.

En tus entrañas exhalas/ un vaho de fortaleza/ hay en tus hombres nobleza/ y en tus mujeres amor.

Muy arriba está tu nombre/ y no te alcanza mi voz/ pero mientras  más arriba/ estás más cercana a Dios.

Tus mujeres, Manizales/ de una raza sin igual/ esculpieron en sus hombres/ corazón de Catedral.

Mujeres de ojos vibrantes/ indefinibles celajes/ que cuentan al universo/ lo bello de sus paisajes.

Además, de abogado y compositor de campanillas, Villegas escribió dos novelas: “El pecado de los inocentes” y “El Alcalde”; sólidos ensayos jurídicos y numerosos poemas que sus paisanos de El Peñol  están en mora de sacar del olvido.

Este segmento de su biógrafo Jorge Cifuentes nos permite formarnos una idea más clara sobre la estatura del paisa todo terreno que le cantó divinamente al terruño de nuestras nostalgias:

“Oscar Alonso Villegas, llamado por la prensa del litoral norte “El antioqueño universal”, ha descollado  sobre la geografía de la América Latina como dueño de una asombrosa y multifacética inteligencia que recogerá la antología de valores colombianos y especialmente, de Antioquia. Bien le conocemos en los campos de la lírica, del periodismo, de  la prosa ágil y maravillosa donde trata los temas con maestría y profundidad; en la sociología y en el derecho, también en la novela y el drama, en la crónica moderna y penetrante, pero lo ignorábamos, completamente, en su faceta de músico o compositor y con una altura de luceros, sobre la transparencia de cristal de un lago”… “Oír estas canciones que tienen la novedad de lo antiguo y de lo nuevo; oír bambucos que saben a tierra dulce de tradición, a caña almibarada sobre los labios del recuerdo, a saudades latentes sobre la geografía del alma humana, es acariciar el ayer, meditar en el presente, proyectando sobre el futuro la grandeza de una historia que no podrá arruinar el pasajero y vano diapasón de una época atormentada en la que no queremos orientar a la posteridad, sembrando grandeza”.     
                                                                   
La apostilla: Asiste toda la razón al sicólogo Luis Javier Jaramillo cuando celebra estos ejercicios evocadores porque nos hacen viajar con nostalgia a épocas enteras de nuestras vidas. Y encuentra muy  saludable  conectar con zonas del afecto y de la memoria que nos  ayudan a integrar partes de la película que ya hemos pasado en una considerable proporción.