29 de marzo de 2024

Allende-aquende, otrora, tema, óptimo

21 de abril de 2011
21 de abril de 2011

“Pero, sobre todos, estaba bien con Reinaldos de Montalbán, y más cuando le veía salir de su castillo y robar cuanto topaba, y cuando en allende robó aquel ídolo de Mahoma que era todo de oro, según dice su historia” (Don Quijote de la Mancha, I, I). En este pasaje, don Miguel de Cervantes le da al vocablo ‘allende’ la naturaleza de sustantivo, porque en él significa ‘ultramar’. Actualmente se emplea sólo como preposición (con el significado de “de la parte de allá, más allá de”), y adverbio (con el significado de “además”). El diccionario de María Moliner le asigna únicamente el carácter de adverbio, y da como ejemplos los siguientes: “Allende los mares. Allende el estrecho de Gibraltar”. Con lo que no estoy de acuerdo, porque el oficio del adverbio en la oración es modificar verbos, adjetivos y adverbios; el de la preposición, en cambio, es introducir complementos, oficio que desempeña ‘allende’ en los ejemplos del diccionario citado. Sea como fuere, y  porque significa “más allá de” (‘locución prepositiva’), la palabra tratada no necesita la preposición ‘de’, que, por tanto, redunda en la siguiente oración: “…la SMP es la organización que ha aglutinado el esfuerzo de la comunidad allende de la jurisdicción del gobierno” (LA PATRIA, Pedro Felipe Hoyos K., III-30-11). “…allende la jurisdicción del gobierno”, señor. Lo mismo vale para la preposición ‘aquende’ (“de la parte de acá”, “del lado de acá”). Es justo anotar aquí que El Diccionario, como 4a. acepción de ‘allende’, asienta ésta: “4. Además de, fuera de. ‘Allende DE ser hermosa, era discreta’ ”. No obstante, hoy en día nadie habla de esta manera. Y no olvidemos que hay dos ‘Allendes’ famosos, un ex presidente de Chile, Salvador (que en paz esté); e Isabel, sobrina suya y fecundísima escritora. ***

¡A propósito!, el adverbio de tiempo ‘otrora’ (de ‘otra hora’) rechaza también la preposición, ‘en’ en su caso, porque significa “en otro tiempo, en otros tiempos, antes, antiguamente”. Para la Línea Directa de LA PATRIA, el señor Pedro Claver González habló de la siguiente manera, y de la misma fue transcrito su discurso: “Da rabia que por los malos manejos de esta empresa en otrora tuvieran que entregarlas a manos exógenas” (IV-7-11). “…otrora tuvieran que entregarla…”, es suficiente, porque es como si el adverbio tuviera la preposición incorporada; y, además, castizo. ¿Manos exógenas? ***

No hay adjetivo que califique con justedad la molestia que siente el señor Rafael Antonio Zuluaga Villegas cuando lee o escucha la palabra ‘tema’, usada y abusada por todo el mundo. Y la razón le asiste, porque dondequiera que se hable castellano, aquí y en Venezuela y en Estados Unidos y en España y en Argentina y en Guatemala y en Neira, el uso desaforado y ya inatajable de la palabreja se volvió intolerable. Para la profesora Edith Angélica Bustos Crèmieux es  una muletilla que emplean sin necesidad o, peor aún, bárbaramente,  anteponiéndola a los complementos de la oración, destruyendo así su estructuración lógica. Ella, preocupada siempre por nuestro hermoso idioma, me envió más de una docena de ejemplos, escuchados en alguna emisora de Caracol, y en los cuales, ¡cómo no!, sobran las palabras EL TEMA DE. Analícelos, señor, y lo verá: “Hemos estado trabajando sobre EL TEMA DE las violaciones a los derechos de los indígenas”. “Varias vías fueron afectadas por EL TEMA DE los derrumbes”. “Se aplicará ley que ampara EL TEMA DE las víctimas”. Y éstos, del alcalde de Medellín, entrevistado por Darío Arizmendi: “Estamos preocupados por EL TEMA DE la seguridad de Medellín”. “Hemos establecido para EL TEMA DE los jóvenes y DE los niños el sistema de comunidades protectoras en la común 13”. Pero el súmmum, la tapa del congolo, sí es este ejemplo, ejemplo de ejemplos: “Este grupo de antisociales se dedica AL TEMA DEL hurto de residencias”. Si no fuera por la gravedad del atropello que con estas muestras se comete contra el lenguaje culto, serían hasta chistosas, muy apropiadas para Sábados Felices o para los monólogos del amo y señor de Venezuela. ¡Sí, señor! ***

Pie de foto de LA PATRIA: “Mientras ellos piden espacios más óptimos, la alcaldía responde que se mejorará, pero no en todo” (III-29-11). ‘Óptimo’ es el grado superlativo irregular del adjetivo ‘bueno’; el regular es ‘buenísimo’ (también ‘bonísimo’, poco usado) o ‘muy bueno’. Como el ‘superlativo’ se aplica al grado máximo que puede alcanzar alguna cualidad, no admite el adverbio ‘más’. Ni el ‘menos’. No podemos, pues, decir ni ‘más óptimo’ ni ‘menos óptimo’. Con el grado superlativo se califica algo que es insuperable. Pero, como las acciones y las realizaciones de los seres humanos serán siempre susceptibles de mejorar (alguien, por ejemplo, podría superar a Miguel Ángel), lo más aconsejable es no abusar del adjetivo ni de su verbo ‘optimizar’, y redactar de este modo: “Mientras ellos piden mejores espacios, la alcaldía responde que tratará, pero no en todo”. Mejor, indudablemente.