Trueque
Este sistema nació en el momento que las personas empezaron a necesitar cosas. Más tarde, apareció el dinero con lo que los objetos se conseguían con monedas.
Históricamente es habitual que el trueque recobre importancia en épocas de crisis económicas, y principalmente en casos de hiperinflación, dado que el dinero pierde en gran medida su valor.
Actualmente, aunque el trueque parezca algo olvidado, está resurgiendo. Existen algunos mercados de trueque, como los que han proliferado en Argentina tras la caída del peso. Aunque, además, este sistema está experimentando un auge en otros países de todo el mundo.
Pero existe un trueque muy curioso y pecaminoso. El que usan sin ninguna vergüenza los politiqueros para pagarse favores y ahorrarse la intervención de los entes de control. El trueque es sencillo, tú me nombras a mi cuñado y yo te designo a tu sobrino, por ejemplo.
Sin ningún escrúpulo es legendaria esta inveterada costumbre donde se puede ver como funcionarios oficiales de alto coturno, con inhabilidades para contratar a sus familiares, le piden el favorcito a su colega mientras él le paga de la misma manera con otro nombramiento en trueque.
Y este sistema no es exótico. Pulula por todas partes.
Mientras ciertos funcionarios hablan de reestructuraciones administrativas y económicas, amén, dizque de racionalización del gasto, abren de par en par sus nóminas y en atentado a la fe pública comienzan a ejercer ese nefasto nepotismo en trueque por interpuesta persona para burlar la ley.
Nada pasara si esos nombramientos se hicieran por méritos y sin intermediar el oprobioso trueque porque todo el mundo tiene derecho a trabajar.
Pero lo lamentable es que birlen la constitución y la ley dentro del clandestino ropaje del trueque.
Recientemente y ahora con motivo de los comicios de octubre, cuando se viene encima una ley de garantías electorales, sería interesante que se revisara las nóminas de algunos sectores oficiales donde el pago de favores a trueque es una práctica más regular de lo que pareciese.
Muchas veces asistimos a múltiples bellaquerías cuando vemos con desazón que lo que ciertos funcionarios públicos mostraban en simulación de honestidad, es sólo una máscara para esconder sus verdaderas malignas intenciones y sus egocéntricas veleidades.
Ya verán la lista de cuñaditos y cuñaditas, sobrinos y sobrinitas, novias, esposas, y en fin, todos en trueque.
Y olímpicamente han nombrado también a novias, amantes y otros familiares de periodistas para obtener en trueque un silencio cómplice y sepulcral. Y todo esto pasa en el Quindío.