29 de marzo de 2024

CARTA ABIERTA AL PADRE ALFONSO LLANO.

12 de febrero de 2011

Vana ilusión, que fue desmoronándose a medida que avanzaba por los renglones de su escrito, plagado de ambigüedades, de verdades a medias, de insinuaciones malévolas, de voluntario e inadmisible  desconocimiento del magisterio !
¿ Qué pretende usted ?  ¿ Qué trata de justificar ? ¿ Qué efectos busca con lo que escribe ?…
Hace poco, parodiando al gran Teilhard de Chardin, expresaba su deseo de “terminar bien”… Pero el sendero que recorre no parece el más conducente en esa búsqueda. Después de los exabruptos dogmáticos que, en su libro ( Una fe ….) lo mostraron muy lejos de la ortodoxia católica, ahora incursiona, con labor de zapa, en el terrenos de valores como el celibato sacerdotal. Que no es un dogma, pero sí un precioso regalo de Dios a su Iglesia. Es usted, así, uno más entre los que se convierten en amplificadores de la vocinglera campaña con que los enemigos de la Iglesia se empeñan en atacarla y desprestigiarla. Y no se da cuenta, seguramente, del enorme daño que, por ser usted quien es, hace a muchos que no tienen la capacidad de filtrar sus afirmaciones.  ¡ Qué terrible responsabilidad ante Dios !
Dice usted que el celibato no tiene origen apostólico, y que no existió como ley en los primeros siglos de la Iglesia. Y, ¿ cuándo Ella ha dicho otra cosa ? ¿ Y es que por ese solo hecho deja el celibato de ser un auténtico valor ?
Afirma, y creo que allí se sitúa lo peor de su artículo, que el celibato “ se suele asumir por dos razones: una muy noble, por imitar a Jesucristo célibe, y otra, no tan noble, por sujeción a la ley…aprobada por el Papa Calixto II en el año 1123”.
¡ No, Padre Llano !  Eso es falso. Me imagino que usted lo sabe, pero deliberadamente lo calla. Sólo  hay una razón auténtica, la primera que usted señala : el celibato es una opción de amor. Quien abraza el celibato “ por sujeción a una ley”, simplemente porque para ser ordenado sacerdote no tiene más remedio que prometer castidad, ese tal no ha entendido lo que es este don del Espíritu. Y, una de dos : o terminará mostrándose incapaz de guardarlo, y en algunos casos justificando su fracaso humano y espiritual con apostasías como la de Alberto Cutié, o bien vivirá su renuncia al matrimonio como quien arrastra una carga, con amargura, con nostalgia de  los hermosos y entrañables gozos matrimoniales, sin alegría ni sentimiento de plenitud; simplemente será un solterón frustrado. Y eso, Padre Alfonso, no es celibato por el Reino. Sí lo es, en cambio, la decisión de quien opta radical y existencialmente por Jesús, y, para ser como Él, y para comprometerse en su seguimiento y en la tarea de construir su Reino con un corazón libre e indiviso, y convencido de que se trata de un carisma más que de una simple decisión humana ( San Mateo, 19, 12) y como consecuencia de su opción por el Señor, se compromete, contando con la gracia de Dios, a ser pobre, y casto, y obediente. No se opta por la castidad, ni por la pobreza, ni por la obediencia, que en sí mismas no son valores absolutos. El único Absoluto es Él. Y de la opción por Él se desprende la opción por los que llamamos consejos evangélicos.
Afirma usted que “ los papas no dan una razón convincente, lo cual es absurdo…”; y casi a renglón seguido : “ los papas recientes no dicen porqué mantienen la ley del celibato”… Cuando leí esas frases, me sobé los ojos; y me dije : ¿ habré leído bien ?  ¡ No podía creerlo !  Tal afirmación no cabe sino en quien no ha leído los documentos del magisterio, o los ha leído y no ha entendido o querido entender… Porque, quien haya leído y entendido, para citar solo algunos textos, la
“ Sacerdotalis coelibatus” del Papa Pablo VI, o al Concilio Vaticano II, así sea sólo en el número 16 del Decreto “ Presbyterorum Ordinis”, o la Exhortación “Pastores dabo vobis” del inmortal Juan Pablo II, siquiera en su número 29, o el Catecismo de la Iglesia Católica…, ése no puede decir lo que usted, increíblemente, dice. En esos textos, y en muchísimos otros, encontramos, si queremos entender…potísimas razones y argumentos de orden Cristológico, eclesiológico, escatológico y pastoral, que hacen del celibato un valor renunciando al cual la Iglesia se empobrecería terriblemente.
No tiene gracia, Padre Llano, como usted parece creerlo, el parangón burlesco que establece entre la firmeza con que la Iglesia mantiene la disciplina del celibato sacerdotal y el ominoso muro de Berlín o la tozudez del presidente egipcio…Un enfoque así tiene mucho de superficialidad, por decir lo menos, cuando se está tratando de un tema de tan hondo calado.
Rezo por usted, Padre. Dios le conceda la gracia de reencontrar un camino por el que pueda “terminar bien”. 

                                     P. Mario García I.   c.m.
                                              c.c. 41079
                     Seminario Mayor María Inmaculada Ibagué