28 de marzo de 2024

Legalidad y pobreza

18 de septiembre de 2010

Uno cree que así se cierra el círculo de la informalidad y sus problemas, que son a su vez problemas derivados de la pobreza y de la oferta insuficiente de trabajo formal. Pero no es así. El problema vuelve y juega en un círculo vicioso que tiene su origen en la picaresca ciudadana: desocupo, me indemnizan y vuelvo a ocupar.
Es muy difícil darles totalmente la razón a los alcaldes y a las autoridades encargados de regular el espacio público sin quitárselas a los ciudadanos que convierten calles y aceras en lugar de trabajo. Mucho más difícil darles la razón a quienes vuelven intransitables e inseguras las calles y aceras de nuestras ciudades, pues están violando leyes que garantizan a los ciudadanos el uso y disfrute del espacio público.
¿Qué se puede hacer para satisfacer a unos sin perjudicar a los otros? ¿Qué hacer para no quitarles el lugar de trabajo a los vendedores informales sin seguir obstruyendo de manera cada vez más alarmante el flujo de peatones y vehículos? Los focos de inseguridad que se crean en estos escenarios, demuestran que, a veces, el instinto de supervivencia da el paso siguiente hacia actividades delictivas.
No soy muy optimista. Creo que hay soluciones intermedias y coyunturales, que se puede recuperar el espacio público y volverlo menos hostil, que se puede reubicar a una generación de vendedores ambulantes, pero que el problema no se elimina de raíz. Las raíces del problema son estructurales y tienen mucho que ver con la eliminación de la pobreza y los desequilibrios sociales.
El círculo vicioso se muestra cada cierto tiempo: los espacios liberados mediante soluciones razonables de las alcaldías, vuelven a ser ocupadas. Pero existen otros agravantes: en el floreciente mercado callejero se lavan dineros ilícitos y se satisface la demanda popular con oferta de artículos de toda clase a precios muy bajos. La informalidad crea su ciclo de oferta y demanda permanentes.
Muchas mercancías de contrabando surten los mercados callejeros. No son solamente fuente de trabajo. Constituyen una oferta barata de productos con una demanda inmensa. Por una ironía casi demoníaca, la legalidad que mueve a los gobernantes debe negociar con la ilegalidad que mueve al negocio informal.
Decimos que el problema es de autoridad. Pues no siempre es así. La autoridad no se puede ejercer con injusticias ni apartando hacia ninguna parte a inmensos colectivos de personas que reproducirán el problema en otra parte con más carga de violencia. La solución es a mediano y largo plazo y depende en gran parte de quienes están decididos a pagar seguridad cada vez más coercitiva pero no a frenar las causas sociales y laborales de la inseguridad y el caos. El Universal.

*Escritor