28 de marzo de 2024

Tres huevos hueros

7 de agosto de 2010

El gobierno que terminó el 7 de agosto, contrariando, y con mucha pena y en su doble acepción de vergüenza y dolor, la opinión de muchos, pasará a la historia como uno de los más corruptos, engreídos y politiqueros de los que se tenga memoria en los poco más de 190 años de vida republicana de Colombia.

Ocho años de la precaria “ponedora” “Doña Rumbo”. Fueron ocho años de desgaste emocional de una nación tratada por una especie de mayordomo silvestre, ordinario y guache, como si de una finca se tratara. Ocho años de improperios, insultos y descalificaciones a propios y extraños que no se agacharon. Ocho años de lacayismo gringo. Ocho años de obsesiva compulsión por llenar el vacío del “pater familias” omnipresente. Ocho años de show semanal de mediático neopopulismo barato en los que el gobernante fungió de inspector de policía de corregimiento, de alcalde municipal, de gobernador de departamento y, por supuesto, de presidente de la república. Ocho años de conmovedoras divisas fofas, “trabajar, trabajar y trabajar”, no obstante el panorama calamitoso del desempleo triunfante y de la cifra aterradora de la informalidad del rebusque. Ocho años de imperdonables exabruptos jurídicos, desde el desconocimiento más burdo del debido proceso al dar la orden a un centinela de encarcelar a un ladronzuelo de cuadra, como muchos otros funcionarios, hasta la imposible perla neológica de la semántica del Derecho del tal “Estado de Opinión”, anclado en “mi Dios” y en el “pueblo soberano” y, por si de pronto, en la esperada sentencia de exequibilidad del Constitucional.

Ocho años de ficción sentimental mediante el recurso al tonito plañidero y suplicante, al ridículo imaginario, de Donmatías a Salgar, de Ituango a Sonsón, de la “berraquera paisa” y del montañero dialecto antioqueño, mientras más arracachudo y afrechero mejor y más charro, de la despedida de buenas noches con la bendición de la divina trinidad y el acompañamiento de la Santísima Virgen y la condición de realización de la tarea y el día siguiente “si mi Dios quiere”. Ocho años de regresión: de ciudadanos a feligreses, de adultos a infantes, de racionales a pasionales, de civilizados a bárbaros, de inteligentes a tontos, de demócratas libres a electores sometidos a un pseudotirano, émulo dizque del perfil blanco de Bolívar, porque el del negro es dizque el del vecindario, y de Bonaparte, sin charreteras…

La vulneración consentida de nuestra tradición de un Estado Democrático de Derecho para autorizar una reelección presidencial en su propio beneficio, y eso que quería otra, con todas las maquinaciones criminales con que pasó en el Congreso, el irrespeto “oprobioso” a la majestad de la justicia, incluyendo los hilos de espionaje tendidos desde el palacio presidencial y de reciente reprobación con horror por indignos, la entrega de los dineros públicos de Agro, Ingreso Seguro a los donantes más leales y potentados de la causa del segundo cuatrenio, las merceditas “francas” a los dos empresaritos más emprendedorcitos y menos mantenidos e intrigantes del país… Huevos invisibles frente a los visibles huevos de “Doña Rumbo”.

Los huevos de “Doña Rumbo”. Seguridad democrática: despliegue multimillonario de la fuerza pública en los puentes festivos por las carretas arteriales de turismo del país para que los ricos encaravanados vivieran Colombia, viajaran por ella. Seguridad democrática: una venganza personal solidariamente transferida a 44 millones de personas. Seguridad democrática: razón común para asesinar a más de dos mil muchachos arrancados de sus casas con el señuelo de un trabajo falso, pero con un fusilamiento positivo. Seguridad democrática: la connivencia entre las armas constitucionales y un paraejército obscenamente presente en más de un 75% del territorio nacional, con una significativa cuota contributiva en los dos congresos admirables de los últimos ocho años y nuevo titular, con celeridad, de las tierras arrebatadas a los campesinos. Confianza inversionista. Es cierto, insensato y suspicaz sería no reconocerlo, que el país avanzó en el proceso de modernización infraestructural, como debía hacerlo con la apenas más elemental responsabilidad histórica: “faltó mucho, pero se hizo mucho”. Construcciones, adecuaciones, implementaciones, remodelaciones de la red vial, de los edificios y establecimientos públicos, de las estaciones de transporte, de los terminales de explotación, transformación, producción y distribución de recursos naturales… La inversión extranjera directa aumentó y, de alguna manera, Colombia volvió a ser foco de atracción para muchas empresas extranjeras y para algunos de los intereses del comercio mundial, a pesar de los costes sociales que ello representa.

Cohesión social: casi 3 millones de desempleados. Cohesión social: entre 27 y 30 millones de pobres, según el Pnud.

Empleando el mismo argot del hacendado antioqueño, remedo paisa de Pecos Bill, el vaquero más auténtico que existió, “Doña Rumbo”, la gallina de la fábula del mismo personaje, que también emerge como nuevo Esopo, versión para los impúberes más cándidos de la equinoccial región del Nuevo Mundo que habitamos dichosamente, puso tres huevos, tan parecidos a los que nos dejamos ver: seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social, “totiaos”, casi “quebraos”, los tres. Lo cierto es que, los tres huevos de “Doña Rumbo”, hueros.