28 de marzo de 2024

El fin de la historia

21 de agosto de 2010

El tema es el que plantea en alguna forma Stephen Hawking –el físico más reconocido hoy en día- al sugerir que la única forma que la humanidad sobreviva es colonizando otros planetas.

Tal afirmación no nace de fórmulas o modelos matemáticos de simulación, ni como respuesta a la inquietud propuesta por el entrevistador según la cual “el planeta se está calentando, la población de la Tierra crece a un ritmo exponencial y los recursos naturales vitales para nuestra supervivencia se agotan más rápido de lo que podemos sustituirlos con alternativas sostenibles”. A lo que hace referencia es a las probabilidades de un fenómeno como un choque con un asteroide, o peor, al riesgo que supone que existe ya el potencial en armamento para acabar el planeta.

No se requieren sin embargo grandes cálculos para participar de la premisa –o del consenso- que se le presentó como pregunta.

Avisos en ese sentido sobran:

Con Rusia asolada por una devastadora ola de calor el gobierno prohibió todas las exportaciones de granos debido a la peor sequía de la región en más de un siglo; El presidente Medvedev sostiene: “Lo que está pasando con el clima del planeta en este momento debe ser una señal de alarma para todos nosotros”.

El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, refiriéndose a las inundaciones de Pakistán: “El mundo nunca ha visto un desastre de esta magnitud; está muy lejos de lo que da la imaginación”.
Una isla de hielo, con una extensión cuatro veces mayor que la de Manhattan, se desprendió de uno de los dos principales glaciares de Groenlandia. La capa de hielo del Ártico alcanzó el nivel más bajo jamás registrado.

Hasta en Colombia sufrimos calamidades como nunca, antes por el peor verano y ahora por el peor invierno que se haya visto.

Al Gore ya había recibido el premio Nobel por divulgar lo que los científicos no hacían sino repetir.

También Alan García había argumentado (antes de su época neoliberal) lo inútil que era aspirar a que el mundo subdesarrollado aspirara a los niveles de los países industriales, cuando estos, representando menos del 10% de la humanidad, habían llevado al planeta a un nivel crítico de sostenibilidad.

Lo que es sorprendente es que se hable tanto de salvar el planeta como un problema de administración (por ejemplo, los objetivos del milenio o la meta de 2° o 3° de límite al calentamiento global), sin pensar que si no, no se salvaría la humanidad, que se trata de un problema de supervivencia inmediata, y que el cáncer que carcome a la tierra es el hombre mismo.

El dilema de años atrás cuando el club de Roma temía que el crecimiento demográfico sería más rápido que la multiplicación de alimentos fue superado. Pero no se tuvo en cuenta que el aumento de la población es un factor apenas marginal en comparación a lo que aporta como nuevos consumos y demanda de recursos el modelo de desarrollo vigente (consumista a ultranza); y por eso acabó siendo un mal precedente pues desapareció el debate sobre el verdadero problema (lo mismo se hace al producir autos más baratos o hacer más carreteras sin debatir el que agotan más los recursos naturales no renovables y deterioran más el medio ambiente).