28 de marzo de 2024

Saramago

19 de junio de 2010
19 de junio de 2010

Antes de conocer la noticia, pensaba escribir un artículo sobre otra de sus grandes novelas, “Ensayo sobre la lucidez.” No voy a dejar de hacerlo. No hay tema más oportuno que la reflexión contenida en este libro, que guarda una relación directa con el anterior, “Ensayo sobre la ceguera.”
Saramago nunca dejó de reflexionar sobre los conflictos sociales de nuestro tiempo. Lo hizo a través de alegorías, concibiendo mundos imaginarios y en apariencia absurdos, que nos devolvían a los grandes asuntos de la realidad contemporánea. Más que la política, su religión fue la ética.
Unos pocos ejemplos: la península ibérica se separa milagrosamente del resto de Europa, convirtiéndose en una “balsa de piedra” a la deriva, buscando arrimarse a las orillas de África, el Caribe y el continente americano, al tiempo que renuncia a ser europea y coquetea con sus destinos africano y europeo. De ésta índole eran sus alegorías.
La trama de “Ensayo sobre la ceguera” nos enfrenta a una situación insólita: ciudadanos que se van quedando ciegos en número cada vez más alarmante. Nadie, ni siquiera la ciencia, puede explicar esta masiva “ceguera blanca.” Pero lo tremendo y monstruoso es que el Estado responde a esta anomalía con la fuerza excluyente de su poder policivo, confinando a los “ciegos” en algo parecido a un campo de concentración.
“Ensayo sobre la lucidez” cobra una extraordinaria vigencia en el evento de mañana: las elecciones. Saramago, un demócrata que se dedicó a hurgar en los alcances y limitaciones de la democracia, imaginó unas elecciones en las que triunfa el voto en blanco.
El gobierno reacciona ante esta espontánea manifestación de la libertad ciudadana como si se tratara de una conspiración. Alguien debió de haber actuado en la sombra para que estos resultados pusieran en peligro la democracia, pese a que dicha democracia contempla el derecho de votar por un partido o por ninguno.
En realidad, aquí no hay culpables, puesto que no hay tal conspiración, pero el gobierno se empecina en buscarlos y encontrar chivos expiatorios valiéndose de sus aparatos policivos. El enemigo interior debe ser encontrado y castigado. Las fuerzas del Estado, apoyadas en sus aparatos de propaganda y represión, deciden acudir al terror, violando los derechos humanos y destruyendo los cimientos del orden democrático.
Saramago venía de la resistencia a la dictadura de Oliveira Salazar. Vivió el regreso de su país a la democracia, festejó la “revolución de los claveles” y se convirtió en el más célebre de los escritores europeos contemporáneos. Era una conciencia crítica que nos recordaba a menudo felicidades y desgracias de la condición humana. El Universal.

*Escritor