El Colegio de Tokio
Por eso la apertura del colegio de Tokio, designado en buena hora con el nombre de Jaime Salazar Robledo, es una gran noticia.
La obra, que albergará 1.500 estudiantes, tuvo una inversión de $8.500 millones del Gobierno Nacional y $2.500 millones del municipio de Pereira. El área de influencia abarca toda la Comuna de Villa Santana.
La administración y la parte académica fueron adjudicadas en concesión a la unión temporal Alma Mater-UTP. El plan del Alcalde es el de construir durante su período cuatro colegios más, que tendrán 7.000 cupos nuevos.
Detrás de este logro hay una verdadera política social. Es un acierto dotar a una población tan vulnerable con las mejores instalaciones educativas. Eso eleva la autoestima de las personas y valoriza sus propiedades. Al ofrecer a los muchachos todas las comodidades se les envía el mensaje de que son importantes para la sociedad. Poner a su alcance excelentes profesores y las últimas tecnologías los induce a privilegiar el conocimiento sobre el crimen y el vicio. Entregar la tutoría de su formación a una universidad tan respetada en el país, como la UTP, es despejarles el camino hacia la educación superior. Y conseguir un título profesional es la forma más segura par superar las trampas que tiende la pobreza.
Es de suponer que la Alcaldía y la UTP tuvieron en cuenta que la institución está dentro de un entorno complejo. Todo lo que suceda en el interior de las casas y en el barrio afectará el desempeño académico de los jóvenes. Por eso es necesario cuidar aspectos como la violencia intrafamiliar, los conflictos entre vecinos, la drogadicción y la nutrición de los educandos. El desempleo y la caída del ingreso tienen a muchos hogares entre el hambre y la desesperación.
El experimento de Tokio -si es integral- puede convertirse en una revolución a favor de los pobres.La Tarde.