29 de marzo de 2024

Nuevos “partidos”

16 de enero de 2010

Según Ungar, estos “partidos” no darán mucho de que hablar “por sus propuestas novedosas o renovadoras, sino por ser la reencarnación de otros partidos políticos que en el pasado reciente se vieron afectados por la vinculación de varios de sus miembros con investigaciones relacionadas con la parapolítica.”

En efecto, las llantas pinchadas de los partidos uribistas accidentados gravemente en la parapolítica y la corrupción, han sido cambiadas para que el vehículo gobiernista siga rodando por las autopistas de la política colombiana. Pero esta “política” tiene poco de republicana y mucho de parodia monárquica: se hace recogiendo herencias familiares, sentando a herederos naturales o sálicos en tronos de reyecitos condenados o muertos; llamando a los vástagos de príncipes destronados en sus potreros locales y regionales.
La atinada percepción de Ungar y numerosos colombianos no quita el sueño a los candidatos que pagan propaganda en periódicos y noticieros radiales en esta operación limpieza. Total, son candidaturas programadas en familia y en presencia del tutor que goza de “casa por cárcel” o con la venia y los consejos del que paga su pena en celdas privilegiadas pero mantiene aún intacta su clientela electoral.
Estos “partidos” no se crean para renovar la política, enrarecida con las prácticas gobiernistas de los últimos 8 años. Se crean para hacer lo mismo que hicieron los que desaparecieron, ahogados por Fiscalía, Corte Suprema de Justicia, debates de la oposición y medios de comunicación. Primero, para mantener intacto el poder regional en las administraciones públicas, y, segundo, para “chuparle rueda” al gobiernismo, tal como lo viene haciendo el flamante Presidente del Senado.
La pesca milagrosa de votos de estos partiditos se hace en ciudades y regiones donde existe más clientela que ciudadanía. Prosperan allí donde la política sella un maridaje con la administración pública y los organismos de vigilancia y control. Crece en comunidades pobres, donde el voto tiene precio y los políticos imponen cuotas para ofrecer puestos, cobrar por los nombramientos y mantener amarrado el cargo de elección popular.
De esta clase fueron los partiditos que, sumando y sumando, le dieron mayoría parlamentaria al Presidente. Si se restara a esas mayorías el número de parlamentarios que fueron condenados o siguen siendo investigados, se caerían torres y almenas del castillo de naipes que le dio oxígeno al “Estado de Opinión.” Pero como no se restó, adeenes, pines y deemegés cumplirán las funciones de los desaparecidos: seguir sumando votos de pupitrazo en las cuentas del Ejecutivo, mientras suman riqueza personal y corrupción administrativa en sus regiones. El Universal.

*Escritor