18 de abril de 2024

El progreso perdura con la continuidad de los líderes.

6 de diciembre de 2009
6 de diciembre de 2009

Desde épocas milenarias, las empresas, las organizaciones sociales, los sistemas financieros, los gobernantes locales, regionales o federales y, en general todo género de administradores de la cosa pública o del sector privado, mostraron evidencias de gran progreso, en sus áreas de influencia, gracias a que sus líderes pudieron avanzar ininterrumpidamente, durante por lo menos décadas enteras, en la formulación, desarrollo y continuación creciente de sus propósitos.

Así como la unión hace la fuerza, la continuidad en el mando deriva consecución efectiva de propósitos a corto, mediano y largo plazo. De otra  forma, se haría imposible concretar los proyectos hasta un final feliz. La demora que producen obras civiles, por ejemplo, correlativamente, genera traumatismos y desordenes que terminan por dejar cúmulos de obras inconclusas, más aun cuando no se prosiguen ordenadamente en razón de la discontinuidad de sus proyectistas en el mando correspondiente. Nuestros países tercermundistas no son ajenos a esta realidad. El liderazgo fecundo siempre se deriva de la larga permanencia de los líderes al frente del timón y de la  persistencia en sus propósitos.

Ciertamente, una mayor extensión en el lapso de duración del liderazgo y de gobierno, garantiza, grandemente, mayor eficacia en los procesos de consolidación de desarrollo progresivo y de concreción de metas solidas. Los múltiples ejemplos de la historia son evidentes, palpables y contundentes.

Desde la vieja dinastía King en la China, hasta nuestros días, los pueblos orientales, árabes, nórdicos y europeos, en general, se han ocupado sabiamente de mantener vigente a sus autoridades durante lapsos de varios lustros. Su progreso cultural y político, además, se ha mantenido por esta  formidable constante histórica. Ciertamente, con la permanencia de sus líderes en el poder, por espacio de largos años, se ha observado el cumplimiento tranquilo, seguro, ordenado y metódico de sus transformaciones socioeconómicas y de los avances de sus sociedades en todos los niveles. Nunca esta determinación política fue un capricho, por el contrario, ha sido una forma de pensamiento intrínseca de las culturas referidas y trasciende en el tiempo y en el espacio, con claridad y contundencia meridianas, en la medida en que se ha extendido con consistencia desde remotas épocas hasta el tercer milenio.

Este postulado de gobierno continuado por varios lustros, se aprecia en estos pueblos de manera notable con el ejercicio de sus líderes en campos empresariales, judiciales, académicos y gubernamentales, además, está claro que también se denota hasta en la permanencia, en nuestros días, de muchas cúpulas de grupos subversivos. Se ha puesto en marcha este paradigma, análogamente, se reitera, no solamente en la cultura de los Japoneses, chinos, Indios, hebreos, nórdicos y europeos en tiempos pretéritos sino que recientemente aparece también esta constante en los pueblos de Norteamérica y en México, por ejemplo, además de Suramérica en el Brasil, para citar, brevemente, algunas referencias de invaluable trascendencia de este modelo de cultura organizacional. 

Resulta imposible para los líderes operar en pequeños años, grandes cambios y  transformaciones en una sociedad o institución organizada. Los procesos con continuidad derivan resultados manifiestos e incontrovertibles y aquellos sin hilo conductor continuado, tocan pronto el fondo del fracaso.

Así lo entendieron siempre las inteligentes civilizaciones y los pueblos milenarios del planeta. Es más, en muchos casos, tenían que morirse sus gobernantes,  para que aparecieran sucesores, muchos de ellos, preparados en las tareas de gobierno, con suficiente anticipación, para gestionar su relevo, post mortem. La historia hebrea así lo declara con fausta magnificencia, en el caso de Moisés, sucedido después de muchos años por Josué, el magnánimo organizador y distribuidor de los territorios de la tierra prometida.
Ahora bien, palpables son los ejemplos de gobernantes que por espacio de largos años apoyaron a sus pueblos, inclusive, para superar con éxito sus enormes crisis internas, sociales y de carácter económico.  Huelga anotar, a este respecto la extraordinaria labor cumplida por el trigésimo segundo Presidente de la Unión Americana, Franklin Delano Roosevelt (1882 – 1945) a quien la  crisis bursátil de 1929 y la honda depresión económica que ella derivó, le ofrecieron el espaldarazo definitivo para vencer a Hoover en las elecciones presidenciales de 1932, las primeras que ganaban los demócratas desde tiempos de Wilson. Precisamente, fue él quien rompió, excepcionalmente, como líder estratégico, el paradigma demarcado por Washington en el sentido de que los mandatarios renunciaran a ser reelegidos para más de dos mandatos consecutivos. Vale recordar que Roosevelt volvió a presentarse con éxito en las elecciones de 1936, 1940 y 1944; merced a lo cual fue el único presidente norteamericano en gobernar durante cuatro mandatos seguidos (1933-45). Es más, nunca fue considerado como dictador más bien, siempre se le ha estimado históricamente como un demócrata integral en el ejercicio del extenso mandato.
Hablando de crisis, nada más justo que reconocer los extraordinarios aportes gubernamentales de Konrad Adenauer a la reconstrucción continuada y progresiva de Alemania en los tiempos de la postguerra, quien duró 14 años (1949-1963) en la Cancillería de la RFA y quien afrontó la división de los germanos por causa de la Guerra Fría y se convirtió, por su profundo espíritu visionario, en uno de los "padres de Europa", así llamado por su rol estratégico en la conformación de las Comunidades Europeas. Memorable es su estratégica labor por cerca de tres lustros. Queda claro que los lideres no pueden ser como los voladores de navidad que se prenden rápidamente, esplenden maravillosamente por unos segundos y luego caen al suelo como un cadavérico palo quemado, maloliente y oscuro, del cual nadie quiere ni acordarse ni mucho menos ver. El liderazgo en cualquier ámbito, supone, por esencia, un ejercicio de tiempo considerable.
En el campo académico no hay que ir mas allá de nuestras fronteras para reiterar la reafirmación del postulado enunciado: la Universidad Externado de Colombia nacida el 15 de febrero de 1886 como respuesta de la comunidad científica al  absolutismo y al menoscabo de la libertad de enseñanza impuestos por “La Regeneración”, pues palpablemente lo registra. Los Hinestrosa, padre e hijo, quienes han adelantado ameritada labor continuada por cien años, merecen el mejor calificativo, aunque el país no ha reconocido suficientemente los meritos que les sobreabundan. Igualmente sucede, en los contextos empresariales nuestros, con el emporio financiero de los Santodomingo, Sarmiento Angulo y Pedro Gómez Barrero. Muchísimos ejemplos similares existen fortunosamente en Colombia. En las Cajas de Compensación gracias a décadas ininterrumpidas han marcado huella en Cafam, Arcesio Guerrero, en Colsubsidio, Luis Carlos Arango y Compensar, German Collazos.

LIDERAZGO HISPANOAMERICANO CONTINUADO

Hay que reconocer con grandeza excepcional la maravillosa labor de transformación que experimentaron por su interesante continuidad diversos líderes en el destino de sus respectivos pueblos. Verbigracia en México, Benito Juárez García, quien duró 14 años en el poder (1858-1872) y en Brasil, en primer término, Getulio Vargas, quien duró 15 años (1930-1945) y, en segundo lugar, respectivamente, Fernando Henrique Cardoso, quien duró 13 años (1995-2003). Ingresa a este gobelino memorable también en Puerto Rico, Luis Muñoz Marín, quien duró como Gobernador de la Isla del Encanto por espacio de 16 años, contados a partir de 1949 hasta 1965. Sobran ejemplos sobre el particular tanto en los pueblos orientales como occidentales en todos los periodos de la historia y en diferentes ámbitos institucionales.

Ahora bien, son de la más grata recordación también en el espejo inapelable de la historia, las gestiones gubernamentales emprendidas en España por Felipe Gonzales Márquez, que duraron 14 años (1982-1996).

VIENTOS DE PROGRESO CONTINUADO EN EUROPA

Asimismo en las naciones europeas también se forjaron cambios estructurales bajo esta temporalidad gubernativa. Protagonistas insomnes  en Alemania fueron el Canciller Konrad Adenauer, quien duró 14 años (1949-1963); y Helmut Kohl, quien ejercicio durante 16 años (1982-1998). En los Países Bajos se marca esta cultura organizacional de preservar los gobernantes por largo tiempo con Willem Drees, quien duró 10 años (1948-1958); en Italia con Giovanni Giolitti, que duró 10 años (1892 – 1893, 1903 – 1905, 1906 – 1909, 1911 – 1914, 1920 – 1921);  en Francia, con  Charles De Gaulle, que tuvo 11 años de gobierno (1958 -1969); con Francois Mitterrand, que duró 14 años (1981 -1995); y por Jacques Chirac, que estuvo al frente por 12 años (1995 – 2007). De igual forma en el Reino Unido por Robert Jenkinson, quien permaneció 15 años (1812 – 1827) ; o por William Ewart Gladstone, que duró 14 años (1868 – 1874, 1880 – 1885, 1886 – 1886, 1892 – 1894); o por Robert Gascoyne-Cecil, que duró 14 (1885 – 1886,  1886 – 1892, 1895 – 1902); o por el genio de Winston Churcill, que duró 9 años (1940-1945, 1951-1955); o por la señora Margaret Thatcher, que duró 11 años (1979-1990): o por Anthony Blair, que duró 10 años (1997-2007).

Con las anteriores ejemplificaciones de liderazgo gubernamental se denota claramente que el ejercicio del poder durante largos periodos, fortaleció  poderosamente a naciones enteras, en tratándose de igual forma de Jefes de Estado de izquierda o de derecha.  Nunca se consideró este ejercicio como   imposición popular absurda. Por el contrario, tal como lo advierte la historia, ellos son hoy considerados los magnánimos líderes que, con extensos mandatos, propendieron por el bienestar de sus pueblos sacándolos de las crisis, -gracias a la continuidad en el poder-, sin ser estimados nunca como dictadores, sino como demócratas integrales, en toda la extensión del vocablo, en sus jefaturas de Estado.

La necesidad que un buen gobernante o un líder empresarial continúe ejerciendo su cargo por largos periodos, gozando de la aprobación de su pueblo o de su junta directiva, no es, de ninguna forma, sinónimo de dictadura. Simplemente, resulta indispensable entender que cuando existen circunstancias de crisis que ameritan la intervención de un verdadero líder, -como en el caso de Keynes en la gran depresión-, se debe propugnar por su permanencia en el poder, con la finalidad de que se ejecuten correctamente y de continuo los planes y proyectos diseñados para contrarrestar las adversidades. Se entorpecería el proceso abruptamente con el cambio intempestivo de mandatario o de gerente. Cabe anotar que por su extenso mandato el cinco veces Cónsul de Roma, Quinto Fabio Máximo, fue el único quien logró derrotar a Aníbal.
En muchas ocasiones la visión, con apego a su crucial estrategia, se mantuvo desarrollando en la historia, aún sin la existencia del estratégico visionario, pues en el caso de Moisés, este buscó siempre la Tierra Prometida, la vio, pero no la alcanzó. Fue justamente Josué quien culmino la misión de poseerla, y distribuirla apropiadamente. La visión estratégica perduró aún independientemente de la existencia del visionario.