28 de marzo de 2024

Manejar, cirirí, a nivel

12 de noviembre de 2009
12 de noviembre de 2009

En el primer ejemplo, el verbo ‘manejar’ está tomado figuradamente, con el sentido de ‘comportarse o portarse bien’: “Obrar, en general o en cierto caso, de la manera que se expresa” (bien, mal, heroicamente, etc.). En el segundo, está empleado con su acepción primaria de “usar algo con las manos”. La semana pasada le di el calificativo de ‘comodín’ al verbo ‘implementar’. Con creces, el mismo se le puede aplicar a ‘manejar’. En todas las oficinas de la ciudad, del departamento y de la nación, así como todo lo quieren regalado (“regáleme su cédula o la hora o su teléfono o un momentico”), así también todo lo ‘manejan’: “Nosotros no manejamos ese horario”; “aquí no se maneja ese sistema”. En LA PATRIA del 27 de octubre leí: “Manejan varias hipótesis” (Primer Plano). Y el señor Bernardo Mejía P., en el mismo diario, después de afirmar que “(en Nueva York) en esos años se tenían semanalmente que manejar unas 8.000 toneladas de boñiga y casi dos millones de litros de orina de caballo”, agrega: “Afortunadamente hoy en día en ciudades como Nueva York no tienen que manejar este tema” (X-26-09). Con tanto ‘manejar’, lo único que se obtiene es afear la redacción, hartar a quienes escuchan y empobrecer el lenguaje. Deslustra la redacción, porque tal es el efecto de la repetición de una palabra; cansa a los que la escuchan, porque se vuelve empalagosa; y arruina el lenguaje, porque deja en el olvido de los diccionarios todas aquellas voces que la pueden reemplazar. ¿Habrá, señor, alguien a quien esto le importe?
El doctor Jaime Alzate Palacios le tiene terronera al dequeísmo. La ‘terronera’ es, para nosotros los campesinos y algunos paisanos que confunden el cagajón con la boñiga, un ‘miedo cerval’. Miedo que lo obliga a omitir la preposición ‘de’ tiro por tiro. Por ejemplo: “…porque ya va siendo hora que nos quitemos de encima esos sirirís y les enseñemos que tienen que respetarnos” (LA PATRIA, X-24-09). “…ya va siendo hora ‘de’ que…”, como quien dice, doctor, “ya va siendo hora ‘de’ esto”. Sin embargo, no era mi propósito hablar de ello, sino del plural de ‘cirirí’ (así con ‘ce’, aunque El Diccionario lo escribe ‘sirirí’, pero con el significado de “nombre que reciben diversos patos de vasta distribución en el continente americano”). Generalmente, a las palabras terminadas en vocal acentuada (exceptuando la ‘e’: ‘canapé-canapés’) se les agrega ‘es’ para su plural: ‘bajá-bajaes’, ‘gurú-gurúes’, ‘alhelí-alhelíes’, ‘bisturí-bisturíes’, ‘cirirí-ciriríes’. Además de las excepciones más conocidas (‘papá-papás’, ‘mamá-mamás’), algunas palabras tomadas del francés no siguen la norma, por ejemplo, ‘landó-landós’. Volviendo al ‘cirirí’, de él dice Alario di Filippo: “Pájaro pequeño, de plumas amarillas por debajo y grisáceas por encima, de pecho amarillo, verdadero tirano de las aves de rapiña, inclusive de las águilas (de donde el nombre de ‘tyranus’ que le dan los naturalistas)”. En otras partes lo llaman ‘bienteveo’. Por su modo agresivo de ser decimos que “no hay gavilán que no tenga su cirirí”, para con ello expresar que algunas personas, no importan su posición y su poder, son esclavas de las molestias de los pequeños y despreciables. A éstos se refiere el columnista Alzate Palacios.
Me contaron -no mis abuelos, sino algunos profesores de las facultades de Medicina- que sus alumnos tienen todos sus dolores, enfermedades y llagas ‘a nivel’ de alguna ‘presa’ o parte de su cuerpo. Que hasta las penas las sufren ‘a nivel’ del corazón. Y no solamente en las aulas, sino también fuera de ellas. Lean: “La obesidad, deformaciones o alteraciones angulares a nivel de la rodilla, fracturas…” (LA PATRIA, Píldoras Saludables, X-25-09). Hasta el sacerdocio es víctima de la voracidad de la langosta ‘a nivel’. Esto escribió el padre Efraín Castaño: “A nivel de economía los interrogantes son muchos…” (Ibídem, X-28-09). Como lo expliqué en otra oportunidad, llamo ‘langosta’ a esta aciaga expresión, porque engulle partes de la oración, especialmente preposiciones y adverbios. Así, con una facilidad que anonada, dicen que la víctima sufrió la fractura ‘a nivel’ de la rodilla, por ‘de’ la rodilla; escriben ‘a nivel’ mundial, en lugar de ‘mundialmente’; y ‘a nivel’ de economía, en vea de ‘en la economía’ Mientras tanto, las Academias de la Lengua andan detrás de inofensivas tildes y de la clásica irregularidad de algunos verbos, descuidando las campañas que deberían emprender, a través de los Ministerios y Secretarías de Educación, en contra de estos vicios del idioma, que enorme daño le infligen.