18 de abril de 2024

Héctor Osuna 1959-2009

15 de noviembre de 2009
15 de noviembre de 2009

Sin embargo, para el íntimo registro del buen suceso de su cincuentenario el notable artista hizo dos excepciones: a) permitió que se le retratara de fino sombrero de fieltro para la portada de “Credencial” y b) recibió en su residencia campestre del norte bogotano a la consagrada entrevistadora Margarita Vidal.


En un Contraplano dedicado hace algún tiempo en LA PATRIA a la magia de los caricaturistas decíamos que cuando Dios repartió talento entre los niños nacidos el 21 de mayo de 1936, en Medellín, se quedó con casi todo el hijo de don Vicente Osuna y de doña Tulia Gil.

El paisa orgulloso de su raza nació con un poderoso instinto para capturar, sin necesidad de cámara fotográfica, la fisonomía de sus personajes. Así lo ha demostrado durante medio siglo en sus caricaturas publicadas en El Siglo, donde se inició en marzo de 1959 de la mano de Álvaro Gómez Hurtado; El Espectador, el diario de sus entretelas, y Semana, donde escampó fugazmente. La clase política que tantos rasgos y rasguños le ha inspirado, lo admira, lo disfruta, lo respeta y le teme.

Recordábamos que la irrupción de Osuna en el periodismo colombiano se produjo 28 años después del suicidio, en un reservado de La Gran Vía, un céntrico café bogotano, de su paisano Ricardo Rendón, de 37 años, considerado el más grande caricaturista colombiano de la primera mitad del siglo veinte. Sus colegas del tercer milenio juzgan que la caricatura política en Colombia ha tenido dos Everest bien altos, casi inalcanzables: Rendón y Osuna. (A propósito: ¿dónde quedaría la hipotética caricatura de Rendón sobre su propia muerte?).

Así lo vio su mentor Gómez Hurtado: “Osuna ha sido uno de los mayores críticos de nuestro tiempo. Era un joven tímido, perspicaz, naturalmente; su esquiva sonrisa no traslucía su condición de humorista. Siempre me llamó la atención su inclinación por los temas trascendentes, especialmente los religiosos, como si hubiera tenido una educación especializada en ese campo”.

El Nobel García Márquez escribió sobre Osuna: “Quienes sólo lo conocen por su arte dicen que Osuna no tiene corazón. Yo creo que lo tiene y muy grande, pero dotado de una química personal que sólo asimila a los justos y para Osuna no hay nadie que lo sea en esta vida. En este sentido es una reliquia histórica; el último cristiano puro que nos queda”.

El irrepetible Lucas Caballero Calderón, KLIM, lo dibujó así: “Sobre el maestro Osuna no es necesario decir nada. Cualquier elogio le viene estrecho, y para encontrarle pares en la historia del periodismo nacional, hay que remontarse a Ricardo Rendón. Los dos aúnan a la limpieza y facilidad de la línea, la carga sutil y demoledora del ingenio”.

En su diálogo de los 50 con “La Negra” Vidal, el Maestro Osuna evocó sus orígenes antioqueños y su pasado jesuita y laureanista. Se dejó venir con la siguiente carga de profundidad contra la decisión de Uribe de no permitir la sucesión presidencial: “Hay cosas en las que uno no puede estar de acuerdo con el Presidente, como la reelección que ha sido tramposa y deslegitima el ejercicio de la Presidencia”.

Como entre periodistas no puede faltar la chiva, Osuna, quien suele rechazar los Premios Simón Bolívar con la misma facilidad con la que Marlon Brando despreciaba el Óscar, le soltó a la Vidal una primicia de su fuero íntimo: escribe poesía, pero el resultado de sus incursiones por el parnaso de José Asunción Silva, Porfirio Barba-jacob y Guillermo Valencia sólo se conocerá después de su óbito, porque le parece que ahora no combinan las humoradas satíricas y los versos que mantiene bien guardados en lugar seguro.

La apostilla: A la pregunta de Margarita sobre si se podría publicar una de sus poesías, en la celebración de sus 50 años de ejercicio profesional, el hijo de doña Tulia le dio, entre risas, esta macabra respuesta que nos hace recordar el trágico final de Rendón: “Primero me pego un tiro para que sea después de muerto”.