29 de marzo de 2024

Aburrido, por parte de

25 de septiembre de 2009
25 de septiembre de 2009

La Academia define ‘aburrido’ de la siguiente manera: “Que causa aburrimiento”. Definición que, según mi criterio, es gramaticalmente equivocada, porque dicho término es el participio ‘pasivo’ del verbo ‘aburrir’. El mismo Diccionario define ‘aburridor’ prácticamente de la misma forma, porque dice: “Que aburre”, que es lo mismo que decir “que causa aburrimiento”. Un contrasentido semántico. Puesto que hay una diferencia esencial entre aquél o aquello que produce el aburrimiento y el que lo padece, la misma que hay entre ‘amador’, (“que ama”) y ‘amado’ (“la persona amada”); y ‘aborrecedor’ y ‘aborrecido’, del verbo ‘aborrecer’, cuya etimología es la misma de ‘aburrir’ (de latín ‘abhorrere’ = aborrecer, rehuir, tener aversión, alejarse de algo con fastidio, etc.). Los que saben enseñan que es lo mismo en inglés: ‘boring’ (“algo que causa aburrimiento”) y ‘bored’ (“quien lo padece”). Razones en las que me apoyo para afirmar que las siguientes oraciones del columnista Martín Franco Vélez están descarriladas: “Como eso de echar culpas es muy fácil -y también aburrido-…”; “…la primera es que los eventos culturales no nos interesan y se nos hacen mortalmente aburridos…” (LA PATRIA, IX-2-09). ‘Aburridor’ y ‘aburridores’, señor, me parecen más apropiados, no importa lo que digan El Diccionario y otros que lo secundan, como el de María Moliner que, en segunda acepción, dice: “Aburrido (“Ser, resultar”). Se aplica a las cosas que aburren por pesadas o por sosas”. ‘Aburridoras’, entonces, como posiblemente lo sean estas disquisiciones. ¡Ave María!
La lectura de los editoriales de El Tiempo es siempre placentera y provechosa, porque ellos están casi siempre bien redactados, y son objetivos, mesurados e ilustradores. Últimamente, sin embargo, se está contagiando de la empalagosa, inútil y despistada expresión ‘por parte de’. Será siempre para mí un arcano insoluble por qué son tan contaminadores los solecismos y las corruptelas del idioma. El 6 de septiembre, en el dedicado a la adjudicación de un tercer canal de televisión, el editorialista escribe: “…y que buscaba una evolución frente al sistema de alquiler de espacios por parte de diferentes programadoras…”. Más: “Dicho esquema ha sido exitoso, como lo muestran las cifras de cobertura y de satisfacción por parte de los usuarios del país…”. Y más: Por todo lo anterior, resulta increíble que el proceso de adjudicación (…) haya encontrado un sinnúmero de trabas, tanto por parte de quienes quieren preservar (…) como del Estado…”. Y mucho más: Al día siguiente, en el editorial dedicado al Festival de Teatro de Manizales (¡muchas gracias!), dice: “…y premiará a la mejor por parte del Ministerio de Cultura…”. Un análisis sesudo y paciente le demostrará al desorientado redactor que en las tres primeras oraciones sobra la malhadada locución (la preposición sola -‘de’ o ‘por’, según la oración- hace la tarea con suficiencia) y que en la última, para evitarla, se impone cambiarle el giro, así, por ejemplo: “…y el Ministerio de Cultura premiará la mejor” o: “…la mejor será premiada por el Ministerio de Cultura”. Un buen escritor, allá en el recogimiento de su estudio, sabrá buscarle la comba al palo. No se puede decir lo mismo de algunos improvisadores y de los comentaristas deportivos, carentes de tiempo para la reflexión y el análisis, excusa inaceptable de todas maneras, porque aun para improvisar hay que prepararse. ‘Preparación remota’, dicen. El 9 de septiembre, día funesto para nuestra Selección de fútbol, durante la transmisión de los partidos los comentaristas usaron la fastidiosa locución centenares de veces (y no exagero). Escogí, como muestras, tres de los dueños del balón de Caracol: “Le madrugó Sebastián Verón por parte de la Argentina”; “Hay que entregarlo todo por parte de Chile”; y, la tapa del congolo, “Estamos a tres minutos del final por parte de Larrionda”. ¿Habrase visto semejante incultura? En LA PATRIA del 10 de septiembre, Henry Murillo Arboleda, Secretario de Gobierno de Caldas, en sus cuatro letras al Correo Abierto echó mano de ella tres veces (¡tres veces!): “…se redactó por parte de ustedes…”; “…y dejar muy claro por parte de la Secretaría…”; y “…se realice la aclaración respectiva por parte de su periódico…”. Sin glosas. La ‘preparación remota’, arriba mencionada, debe comenzar en el ‘kínder’ (germanismo, apócope de ‘kindergarten’), escuelita privada, jardín infantil, jardín de infantes o parvulario, hermosa palabra muy usada en España; y sigue, por supuesto, en la primaria, en el bachillerato o secundaria, en la universidad y, finalmente, en el ejercicio cotidiano de la profesión escogida. No hay de otra.