29 de marzo de 2024

Políticas de empleo; sector agrícola

30 de junio de 2009
30 de junio de 2009

El sector agrícola siempre ha sido la base de la economía regional y el motor de las demás actividades, siendo la actividad caficultora el corazón del aparato productivo y el que proporciona el combustible necesario para dinamizar la economía, así como el generador de la equidad social y económica de esta comarca. Sobre el lomo del café cabalgaron todas las demás actividades y gracias al acervo de capital que este proporcionó, florecieron otras industrias y actividades tales como el comercio y la industria de la confección por sólo mencionar algunas de ellas.

También se desarrolló una amplia clase media y un mercado interno próspero que facilitaron y produjeron el apogeo y la preeminencia comercial de Pereira.
Pereira fue, hasta hace doce años, el primer productor de café de Colombia. En 1996, el municipio produjo cerca de 20 millones de kilos de café en un área cosechada de 14.939 hectáreas, mientras que en el año 2008 bordeó una producción de 12 millones de kilos en un área de 6.639 hectáreas, según datos de la Unidad Regional de Planificación Agrícola (URPA). Esto significa que los cafeteros mejoraron la productividad y los rendimientos por hectárea mientras vieron caer sus áreas cultivadas y, en consecuencia, el empleo permanente. Si se tiene en cuenta que por cada hectárea cultivada de café se genera, en promedio, un empleo permanente, en ese sector se han destruido 8.300 puestos de trabajo en la última década, empleo que no ha sido reemplazado por ningún otro sector ni renglón económico alguno.
Esto indica que los cafeteros han enfrentado bien la crisis y los altibajos de precios en el mercado internacional y hasta la llegada de la roya y de la broca, amén de otras vicisitudes. Pero las políticas errátiles y equivocadas en materia de impuestos y subsidios municipales, así como el falso supuesto de que todo aquel que tiene tierra es rico y por lo tanto es susceptible de pagar onerosos impuestos prediales y sucesivas valorizaciones, han obligado a muchos a sembrar condominios en sus tierras o en el mejor de los casos, pasto para cebar ganado, siendo de todos conocido que la primera actividad sólo genera empleo precario y provisional, mientras que la segunda actividad ocupa menos mano de obra que la actividad cafetera.

Es urgente pues, aprovechar los buenos precios internacionales del café y de otros productos similares como el cacao o el caucho, para los cuales nuestras tierras son aptas e incentivar, a su vez,   el establecimiento de estos cultivos o de otros de similares características que tienen buen comercio internacional. Esa es la manera correcta de ir recuperando, paulatinamente, la capacidad de generación de empleo e ingreso que ha ido perdiendo el sector agrícola en esta zona, por ir detrás del falso espejismo de que el desarrollo económico de una región es hacer urbanismo por sí mismo e implementar planes de vivienda para que produzcan, por generación espontánea, votos.

Si se quiere mejorar la oferta de empleo y la recuperación del sector agrícola, es necesario diseñar políticas que estimulen el buen uso de la tierra apta para la agricultura, en negocios masivos que permitan la utilización de mano de obra calificada y no calificada. Estímulos tributarios y subsidios, en ese sentido, son mas rentables que la falsa política de seguridad alimentaria que regala gallinas y mercados por doquier sin tener en cuenta que, al mismo tiempo que ello se hace, aunque se tienen réditos políticos inmediatos, se está contribuyendo a la ruina del sector agrícola y a la pauperización de la población del campo y la ciudad.