28 de marzo de 2024

Club Tropical de Viterbo

25 de abril de 2009
25 de abril de 2009

El sostenimiento de la institución se llevaba a cabo por medio de cuotas que los socios aportaban mensualmente  a fin de realizar eventos sociales para solaz y sano esparcimiento de los contertulios que allí se reunían.
En sus instalaciones se recibía los personajes importantes del departamento y la nación, los políticos, gobernantes, autoridades religiosas e invitados especiales que visitaban el municipio. Recuerdo que una de las más significativas visitas fue la de Miss Universo Luz Marina Zuluaga por el año de 1959. Y por supuesto se celebraron bailes, reuniones sociales y todo tipo de eventos para la recolección de fondos para las diferentes obras cívicas del municipio. Igualmente allí nació el tradicional “Baile de la Cosecha”, de grata recordación.
Entre lo socios que recuerdo, puedo citar a los hermanos Enrique, Roberto y Mario Restrepo, Canuto Orrego, Félix González, Arcesio y Gonzalo Mejía, Manuel Valencia, Gonzalo Peláez, Jesús Restrepo, Enrique Mejía, Abel Restrepo, Alfonso y Ernesto López, Julio Echeverry, Euzebio Zuluaga, Elías Orrego, José María López y muchos más que por el momento se me escapan. Los estudiantes asistíamos en calidad de invitados especiales. Recuerdo como administrador a Fabio Clavijo.      
Varias anécdotas tengo para relatar de esta añorada época y agradable institución. Una de ellas tiene que ver con la reacción de don Enrique Restrepo después de cada baile al abrir su farmacia que quedaba ubicada en la planta baja de las instalaciones del club. Al día siguiente de cada reunión, de acuerdo al comportamiento de los estudiantes, su motivo era de regocijo o de verdadero martirio. En muchas ocasiones encontró todos los frascos y cajas con droga en el suelo y ello era derivado del tipo de música movida que había sonado. Y en otras, era usual que al final de cada reunión terminábamos los estudiantes cantando la Palomita en medio del jolgorio y en muchas ocasiones jugando al “botellón”. Siempre solía decir don Enrique ¡no podemos volver a invitar a estos muchachos a nuestros bailes!.
En otra ocasión por el año de 1960 se programaron algunos otros bailes con los cuales se dio origen al de la cosecha y éste episodio que paso a relatar cobraba singular importancia porque se efectuaba en momentos de violencia política en nuestro pueblo donde había ocurrido varios asesinatos.
En pleno baile a eso de las 12 de la noche se hizo presente el padre Giraldo quien a gritos conminó a toda la concurrencia a terminar dicha fiesta, porque a su juicio, esa no era época de alegría por la violencia que por dichas calendas reinaba.
Los contertulios muy asustados dieron por terminada la reunión y alguien que ya estaba lo suficientemente alicorado y sin percatarse de que se trataba del cura párroco, solo atinó a manifestar: ¡como dejan entrar borrachos a estas horas al baile!
Los dos siguientes chascarrillos tuvieron que ver conmigo puesto que yo fui el protagonista. El primero de ellos tuvo relación con las elecciones de 1958 cuando se instituyó el bipartidismo en Colombia y la consigna de todos los electores era la de votar por el candidato oficial, el liberal Alberto Lleras Camargo. Sin embargo existió un candidato conservador de oposición, como era Jorge Leiva, sin ninguna validez doctrinaria por cuanto el jefe del conservatismo doctor Laureano Gómez había dado la orden de votar por el candidato del Frente Nacional.
En un momento de euforia partidista, con la arrogancia propia de mi juventud y con ínfulas de orador, consecuencia del licor ingerido, desde las ventanas del club empecé a gritar vivas a Jorge Leiva. La gente alarmada esperaba instrucciones del supuesto orador y alguien quien me reconoció informó a los presentes: tranquilos que se trata del hijo de Emilio Hincapié quien esta pasado de copas. Posteriormente no se hizo esperar la cordial expulsión del centro social por violar las normas de conducta de dicho club.
Por último, con mis amigos Gonzalo Peláez y Fernando Martínez “El Crespo”, deseábamos escuchar un corrido mexicano titulado “Envilecida” y para ello fuimos al centro social  a oírlo allí. El citado tema no estaba dentro del repertorio musical del club por lo cual nosotros decidimos llevarlo en un disco pequeño de 45 rpm. Las damas y socios presentes le pidieron al administrador no colocar el acetato por cuanto el tipo de música no era acorde con la que en este centro social se escuchaba.
El malestar e incomodidad que esta orden produjo en nosotros fue la de abandonar el club para no consumir ningún tipo de bebidas y marcharnos directamente al “resolvedero” donde allí estábamos seguros no tener ningún tipo de problemas para escucharlo cuantas veces quisiéramos.